En la jornada de puertas abiertas de Folre charlamos con Fernando, un voluntario que, hace unos años, fue usuario del proyecto
“Vivir en la calle no se lo deseo a nadie, ni a mi peor enemigo. Es otro mundo” explica Fernando, un voluntario del centro Folre de Badalona. “Durante cuatro años vivía en la calle pero gracias a Cáritas ahora tengo piso y trabajo como voluntario en la cocina del comedor social. Acabé en la calle por varias razones y asuntos familiares. A partir de aquí, me abrieron las puertas y me ofrecieron cambiar mi situación y ya llevo seis años reinsertado.”
El domingo, 26 de noviembre, se celebró el Día Mundial de las Personas Sin Hogar y el viernes la gente salió a la calle en Barcelona para protestar bajo el lema “Somos Personas, Tenemos Derechos, Derecho a Vivienda”. Según la Xarxa d’Atenció a Persones Sense Llar, cada noche alrededor de 1.000 personas duermen en la calle en Barcelona. La gran mayoría de esas personas dependen de proyectos sin ánimo de lucro como Folre para sobrevivir y mantener una vida digna.
Folre, un centro diurno para personas sin hogar, lleva 20 años ofreciendo acogida, comida y otros servicios a la gente sin techo. Se abre cada día de 16h hasta 20h. “Ofrecemos acogida a la gente y también compañía”, explica Laia, una educadora social en el centro. “También hay una lavandería y un comedor social. Vienen unas 30 personas al día. Ayudamos a las personas en su día a día: consultas con el médico, llevarlos al hospital que sea necesario y además organizamos excursiones de vez en cuando.”
Fernando, voluntario de Folre, nos recuerda que hoy en día hay gente de todo tipo en la calle, hasta familias enteras con niños. “Durante el día no pasa nada, es en la noche del fin de semana cuando los jóvenes salen de fiesta e insultan a las personas sin hogar, sin tener en cuenta que a lo mejor en un futuro les pueda pasar a ellos, a sus primos o a cualquiera de sus amigos”, dice.
