Opinión / 06/09/2019

La piel como barrera

Publicado por: Desirée Bela-Lobedde

Desirée Bela-Lobedde, comunicadora afrofeminista que lucha por el activismo estético, explica la dificultad que supone ser mujer negra en nuestro país y denuncia el racismo cotidiano que sufre con regularidad

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Foto de archivo / Càritas Barcelona

Hace un tiempo recibí una notificación para recoger un paquete. Cuando llegué a la oficina, el dependiente estaba atendiendo a un hombre. Ambos hablaban catalán. En mi turno de ser atendida, saludo al dependiente y le digo: “Buenos días. Vengo a recoger un paquete”.

A partir de aquí, el hombre se dirigió a mí todo el rato en castellano y yo a él en catalán, excepto el momento de despedirse, en el que me dijo adéu. El adéu es universal y no tiene traducción.

Compartí en Twitter esta historia y comenzaron a llegar respuestas de personas (blancas). Me decían que donde yo denunciaba el racismo implícito en el hecho de atender a una persona no blanca en castellano, no había racismo, sino una cuestión de subalternalización, de complejo de inferioridad de la lengua catalana. Otras personas decidieron llevar mi discurso hacia el independentismo aduciendo a que yo contribuía a salvar la lengua catalana frente a la residualización lingüística que llevan a cabo las personas que me hablan castellano cuando me dirijo en catalán. La cuestión del racismo desapareció del todo.

Al final siempre me quedo con la misma sensación: un montón de personas blancas me cuentan cosas. Como los hombres a Rebecca Solnit.

Creencias y prejuicios

Así me encuentro siempre con varias barreras. En el día a día, la barrera de la piel. Una barrera que yo no he establecido, pero hace que siempre se me perciba como una persona foránea, recién llegada o, como mucho, inmigrante de segunda generación. En todos los casos, me encajan en el papel de una persona que hace poco que vivo Aquí y que, por tanto, no domina la lengua. De este proceso llamaríamos extranjerización.

La otra barrera la encuentro a la hora de denunciar estas conductas. Es el paternalismo de quien se cree con la legitimidad de minimizar mi relato y mi vivencia (que nunca es suficiente para nada); y de aleccionarme contándome qué es lo que en realidad me ha pasado. Parece que el hecho de que sean cosas que me pasan a mí no me legitima lo suficiente para tener una idea cierta de lo que vivo. Todas estas conductas, paternalistas al fin y al cabo, también son racistas, aunque nadie lo piense. Y, evidentemente, invisibilizan y niegan mi experiencia. Puede ser absurdo para las personas que no viven estas situaciones; pero, para las personas que lo vivimos, es muy real. Y, sobre todo, es violento.

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Foto de archivo / Sergi Càmara

Esta situación que explico, y otras de parecidas, las he vivido a lo largo de todos los años que llevo viviendo en Cataluña, que son los mismos años que hace que nací, puesto que soy catalana de nacimiento. Necesitaba hacer visibles estos episodios discriminatorios que he vivido a lo largo de mi existencia. Sé que ahora habrá personas pensando que calificar estas situaciones de discriminatorias es exagerado; desde fuera, evidentemente, la percepción siempre es diferente. Además, con el racismo, tenemos un problema: cuesta mucho identificar racismo más allá de las agresiones (físicas o verbales), que son las expresiones máximas de esta discriminación. En cambio, hay toda una serie de conductas, creencias y estereotipos que refuerzan y construyen la base de este racismo que, en ocasiones, estalla en la agresión. Pero hay que tener presente que aquella agresión no es fruto de la nada, sino de estas creencias y prejuicios que existen y que, desgraciadamente, los medios de comunicación promueven creando una alarma social que no hace falta.

Acabar con el racismo cotidiano

Cómo decía, fruto de mi necesidad de visibilizar estas situaciones, decidí escribir un libro, Ser mujer negra en España (Plan B, 2018). Se trata de un libro que podríamos considerar del género ensayístico en el que combino la autobiografía con pinceladas históricas con la intención de ofrecer un marco que ayude a entender el contexto actual en relación con el racismo. El libro se divide en tres etapas de mi vida: infancia, adolescencia y juventud, y edad adulta, y durante todo el texto, hago énfasis en mi relación con mi propio cabello, que es un rasgo que, como mujer negra que soy, ha sido crucial a la hora de desarrollar mi identidad, sobre todo en el momento en el cual entendí que los cánones de belleza que seguimos las mujeres negras son, en realidad, para mujeres blancas. Y para encajarnos en estos cánones, nos sometemos a tratamientos químicos muy agresivos para aclarar la piel y alisar el cabello.

Soy consciente que todo esto, si quien lee este texto es una persona blanca que no tiene relación habitual con personas negras, le sorprenderá. Y quizás juzgará de nuevo, considerando que todo esto son las sensaciones de alguien que tiene la piel muy fina; pero me gustaría mucho que fuéramos capaces de ir más allá y de valorar las experiencias ajenas con la mente abierta, rehuyendo de los prejuicios. Tenemos que entender que el hecho que algo no nos afecte, solo implica que tenemos el privilegio de que no nos afecte, y no que no exista.

Quiero aprovechar la ocasión para hacer un toque de atención. Hay muchas personas catalanas que, solo para contraponerse a las dinámicas racistas de la Estado Español hacia las personas racializadas, creen que en Cataluña este racismo cotidiano no se da. Pensar esto es ser demasiado ingenuo. Perdonad, pero alguien lo tenía que decir. Así que quizás también conviene hacer un poquito de autocrítica, revisarse y asumir que la estructura del racismo, igual que la del machismo, también opera, y que jugar al #NotAllCatalans no vale. Lo que vale es reconocer la pifia, aprender (o desaprender) y tomar responsabilidades. Esto es lo que toca.

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Ser mujer negra en España, Ed. Plan B. 2018: «Una biografía política contemporánea que muestra lo invisible, lo que nos rodea sin que apenas le prestemos atención, lo que nos conmueve en cuanto la autora nos lo relata en primera persona, sin filtros, sin edulcorantes, sin artificios. Un libro valioso y valiente. Un libro para romper: tópicos, estereotipos, prejuicios, normalidades no reflexionadas. Un libro para repensar(nos).»

Nuria Varela, autora de Feminismo para principiantes

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Comunicadora afrofeminista que lucha por el activismo estético, ofreciendo recursos a las personas africanas y afrodescendientes como una forma más de trabajar su identidad.

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