Derroche en comedores escolares | Blog de Cáritas Barcelona
Ayuda a necesidades básicas / 23/08/2018

¿Cómo acabar con el derroche alimentario en los comedores escolares?

Publicado por: Itziar Bravo

Países europeos ponen en marcha iniciativas para evitar tirar a la basura los alimentos que los niños no se comen en el colegio

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Comienza la escuela y, con ella, se ponen también en marcha los comedores escolares. En todos ellos se tiran grandes cantidades de comida pero, al mismo tiempo, en nuestro país hay personas que reciben ayudas sociales para poder acceder a una alimentación digna. En total, cada año en Cataluña se tiran 262.471 toneladas de alimentos sólidos que se podrían aprovechar en hogares, restaurantes, bares, caterings y comercios, y que equivalen a las necesidades alimenticias de medio millón de personas durante un año. ¿Por qué este contraste? ¿Por qué se tira comida cuando hay gente que padece hambre?

En España, la ley 17/2011 de Seguridad Alimentaria y Nutrición y los reales decretos que establecen las normas de higiene para la elaboración, distribución y comercio de comidas preparadas exigen que “la comida sobrante no pueda ser manipulada”. Esto provoca que restaurantes y escuelas tengan que tirar la comida aprovechable que les sobra. Junto con los hogares, estos establecimientos son los responsables del 50% del excedente alimentario que termina en la basura.

Las escuelas, transmisoras de valores

En España, casi 800.000 niños de primaria se quedan a comer habitualmente en el colegio. Si cada niño lanza 100g de comida cada día, en todo un curso académico (9 meses), se derrochan alrededor de 14.000 toneladas de alimentos aprovechables. Si además tenemos en cuenta que muchas veces, las empresas de catering que hacen las comidas ponen la misma ración para un niño de 3 años que para uno de 10, la cantidad aumenta exponencialmente.

Este gesto tiene unos impactos medioambientales, económicos -tanto por los costes de producción como por los de eliminación- y éticos enormes. Las escuelas, principales transmisoras de valores a los más pequeños, deberían fomentar el reaprovechamiento de los alimentos y sensibilizar sobre una práctica muy extendida.

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¿Qué se está haciendo para evitar el desperdicio?

En Italia, se puso en marcha una ley pionera que prohibió a los supermercados tirar o devolver productos no vendidos todavía comestibles. En las escuelas, esta ley se ha traducido en que los niños pueden llevarse, en fiambreras, la comida que les ha sobrado a casa. También la escuela puede distribuir esta comida entre los vecinos que lo necesiten. Esta ley italiana, además de fomentar el reaprovechamiento, busca la educación de los ciudadanos: impulsa cursos de educación alimentaria en las escuelas y ofrece beneficios fiscales a las empresas.

En el Reino Unido, The Real Junk Food también trabaja en la sensibilización en las escuelas a través de su programa “Fuel for food”. Tal y como nos explicó su creador, Adam Smith, algunas escuelas adheridas a este proyecto ponen una parada un par de días por semana para vender la comida excedente de la escuela a la comunidad local. Los alumnos son los vendedores y el consumidor decide el precio que paga.

Más cerca, en la misma Barcelona, ​​ha prosperado la “nevera solidaria”, una idea originaria vasca que no está directamente ligada con las escuelas. Se trata de puntos de intercambio donde cualquier persona puede dejar o recoger, según su situación, alimentos que no tengan que ser consumidos o estén cerca de su fecha de caducidad.

Como entidad social concienciada con el reaprovechamiento alimentario, en Cáritas también trabajamos para evitar el desperdicio en los comedores. Estamos presentes en las escuelas y, desde allí, sensibilizamos a los alumnos con charlas y dinámicas. Maria Antonia Movilla, profesora del Colegio Sagrado Corazón de Sarrià, explica que “los días después de colaborar con Cáritas las mujeres del comedor nos comentan que los niños y niñas se comen todo lo que tienen en el plato”. Un gesto que, en el presente, evita lanzar comida y que, de cara al futuro, planta la semilla del reaprovechamiento alimentario.

 

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