Cuando hablamos de presos, nos referimos a personas privadas de libertad. Si buscamos sinónimos en el diccionario, encontramos palabras como recluso, cautivo, condenado, penado… Palabras que te encoge el alma. La Mercè es la patrona de los cautivos, y nos muestra un modelo de Iglesia liberadora; es la imagen de la libertad y de la liberación de una humanidad cautiva de los demás, e incluso de sí misma.
Las personas reclusas son etiquetadas y estigmatizadas, y desde Llar Betania, un proyecto de Cáritas Diocesana de Barcelona destinado a la reinserción de mujeres que salen de centros penitenciarios, tenemos una misión clara: Garantizar a estas mujeres un acompañamiento en su proceso de recuperación y reinserción a la sociedad. La estrategia para conseguirlo es clara: confianza, estima y acercamiento. Las personas carentes de libertad necesitan una mirada liberada de prejuicios que no juzgue, la seguridad de saber que no volverán a estar solas, y que si vuelven a dudar, estaremos allí, para acompañarlas y descubrir otra manera de hacer.
Si desfallecen, estaremos a su lado. Si caen, las ayudaremos a ponerse en pie. Tenemos que ser un espejo que muestre la capacidad de amar, de sentir el amor y recuperar las competencias personales necesarias para desenvolverse en la sociedad. La Mercè manifiesta y expresa esta función liberadora, y nos guía en nuestra labor diaria.
El acompañamiento que ofrecemos desde Llar Betania es esencial. Aun así, creemos que este acompañamiento no sería necesario si las personas reclusas tuvieran los recursos que debe garantizar la administración. Debemos trabajar por un modelo con más recursos residenciales, que fomente la reinserción y dé esperanza. Como miembros de esta sociedad, debemos tender la mano a las personas desfavorecidas. Queremos que se sientan acogidas y no vuelvan a caer en las prácticas que las llevaron a la cárcel. Démosles una segunda oportunidad.
