Con la subida de precios, 9 de cada 10 familias atendidas por Cáritas Diocesana de Barcelona se han visto obligadas a reducir el gasto en alimentación.
El fuerte impacto de la pandemia en las condiciones de vida, la evolución de los costes energéticos y las cifras de inflación han provocado que 1 de cada 3 hogares en Cataluña no tengan ingresos suficientes para vivir dignamente. Afortunadamente, algunos pueden contar con el apoyo de Cáritas. Éste es el caso de Claudia, Diego y su hija Saray, uno de los más de 10000 hogares a los que Cáritas acompaña.
Procedentes de Colombia, Claudia y su familia llevan diez meses viviendo en Barcelona. Llegaron huyendo de una situación de extrema violencia, buscando una vida mejor lejos del conflicto. “Soy defensora de los derechos de las mujeres, en concreto de las que han sufrido violencia de género. Debido a mi activismo, en Colombia sufríamos persecución política, por lo que decidimos refugiarnos en Barcelona”. Llegaron al Aeropuerto del Prat el once de abril de 2022, y su primer destino fue un camping de Gavà. Allí estuvieron durante 25 días, hasta que agotaran todos los ingresos que llevaban. “Sin trabajo, vivienda ni ingresos, ¿qué podíamos hacer? ¿A quién podíamos pedir ayuda?” Es en ese contexto que contactaron con Cáritas. “Del camping pasamos a una habitación de realquiler en Gavà, y de allí nos trasladamos a una habitación de Sants”, explica. En total, han cambiado hasta cuatro veces de domicilio en sólo diez meses, hasta llegar a una habitación de realquiler situada en el barrio de Navas de Barcelona. Durante este tiempo, Cáritas no les ha dejado solos, facilitándoles el dinero para tener un espacio donde vivir, contar con ropa de invierno, adquirir los alimentos necesarios y recibir formación para insertarse en el mercado laboral. “Cáritas nos ha acogido como hermanos. Nos ofrece todas las herramientas que tiene a su alcance, y nosotros no las desperdiciamos”.
Preguntada por el impacto de la inflación en su familia, Claudia detalla que en abril podían hacer toda la compra del mes con 100€, pero que ahora llegan justos a fin de mes. “Cáritas nos ofrece una tarjeta con la que podemos ir a cualquier supermercado y comprar lo que necesitamos. Aunque la tarjeta contiene 200€ mensuales, lo cierto es que nos llega justo para todos los gastos”, describe. Por eso, se miran mucho el precio de lo que compran, y siempre buscan el supermercado más económico. “A veces debemos prescindir de comprar carne, ya que es un producto costoso, y hay que gestionar bien el dinero”. Como Claudia, 9 de cada 10 familias atendidas por Cáritas Diocesana de Barcelona se han visto obligadas a reducir el gasto en alimentación durante los últimos meses.
Por lo que respecta a la vivienda, los tres viven en una habitación de menos de 10 metros cuadrados, y comparten el piso con otras seis personas. “Por ahora no nos han subido el precio de la habitación (por la que pagan 400€ al mes), pero el arrendatario nos dice que la luz se ha encarecido, y que a la larga esto puede acabar repercutiendo en lo que pagamos por la habitación”, indica Claudia.
Miriam Feu, responsable de análisis social e incidencia de Cáritas Barcelona, explica que estas situaciones están a la orden del día, y que las familias que viven con menos de 1000€ al mes deben destinar casi el 50% de sus ingresos a pagar vivienda, agua, gas, electricidad u otros combustibles para calentar el hogar. “Es una situación insostenible. 1 de cada 2 familias que atendemos nos dicen que no pueden pagar los gastos de vivienda o suministros”, advierte Feu.
Preguntada sobre cómo ve el futuro, Claudia nos confiesa que es una persona creyente, y que la fe y la esperanza le ayudan a salir adelante. “Dentro de un año nos vemos con trabajo, viviendo en un piso para nosotros solos, y pudiendo devolver todo lo que Cáritas nos ha ofrecido. El mundo puede existir gracias a las personas solidarias que forman parte de entidades como Cáritas”, concluye.