En los últimos años, la crisis y las sucesivas reformas laborales han precarizado -aún más- las condiciones de trabajo y ha aflorado una nueva realidad donde la tenencia de un empleo ya no garantiza salir de la pobreza. A pesar de esta constatación, el trabajo sigue siendo el medio que, si bien no excluye ni previene la pobreza, permite el retorno de las personas a la sociedad y sigue siendo una herramienta para prevenir la exclusión social.
Ante esta nueva realidad, Cáritas Diocesana de Barcelona impulsó a lo largo de 2014 un nuevo itinerario laboral que pretendía adaptarse a las personas, a sus necesidades y ritmos, a la vez que intentaba que alcanzaran las exigencias competenciales que el mercado de trabajo exigía.
Se pusieron en marcha un conjunto de servicios para las personas, que abarcan desde la orientación inicial, la adquisición de la lengua o las competencias laborales para quien está más lejos de poder obtener y sostener un trabajo, a mecanismos de intermediación e inserción como el Servicio de Acompañamiento al Empleo–Feina amb Cor.
En relación con este último, Cáritas consideró oportuno impulsar un proyecto con unas características diferentes de lo que habían sido las políticas activas de empleo, y en diciembre de 2013 entró en funcionamiento. La publicación del informe de Cáritas “Nedant en mar obert” recoge el proyecto y la valoración que se hace del mismo en estos dos años de funcionamiento, incorporando las diferentes evaluaciones realizadas en este periodo.
En cuanto al proyecto, Feina amb Cor es un programa de 6 meses de duración (adaptables según las necesidades de la persona) que integra una visión de 360 grados de la persona, ya que su metodología combina un asesoramiento personalizado, espacios donde dotarse de herramientas para la búsqueda de empleo y la capacitación de habilidades, talleres que potencian las capacidades para obtener un trabajo, y un equipo de gestores que realizan intermediación para cubrir puestos de trabajo en las empresas.
El resultado del servicio a lo largo de estos dos años ha sido un 71% de inserción de las personas al finalizar el proyecto y durante los tres meses siguientes.
De la misma manera que los resultados cuantitativos son importantes, entendemos que las evaluaciones son fundamentales para poder realizar un mejor acompañamiento. En este sentido, la primera de ellas indicaba una correlación directa entre el número de acciones (entendidas como talleres, asesoramientos individuales, sesiones de búsqueda de trabajo, entre otras) que una persona realiza y la estancia en el proyecto con sus posibilidades de encontrar trabajo. Los resultados indicaban que 17 acciones realizadas a lo largo de 4 meses y medio triplican las posibilidades de encontrar un trabajo.
Otro indicador importante era la sostenibilidad de las personas en el mercado de trabajo una vez finalizado el proyecto y más allá. Las evaluaciones indican que el 45% de las personas encuestadas que habían terminado el proyecto habían acumulado más de 6 meses de contratos. Dato capital en un mercado precarizado, ya que indica que el paso por el proyecto ayuda a reconstruir la trayectoria laboral.
De los resultados extraídos, cabe destacar que cualquier política o programa de empleo que esté dirigido a personas que forman parte de colectivos alejados del mercado de trabajo debe partir de dos premisas esenciales:
1. Estas personas necesitan un mínimo de estabilidad y cobertura de las necesidades básicas para poder iniciar un proceso de retorno al mercado de trabajo;
2. Y requieren también que el acompañamiento en la búsqueda de trabajo sea flexible (totalmente adecuado a las características de cada persona) y muy profesionalizado. Estos tres atributos son condiciones imprescindibles para el éxito de la actuación.
La experiencia de estos años nos ha demostrado que las posibilidades de las personas van mucho más allá de lo que ellas mismas piensan. El propio bagaje vital es un foco de oportunidades inmenso para enderezar la vida profesional e, incluso, recomponer el proyecto vital.
Estos resultados son a la vez un mensaje de esperanza: un pensamiento generalizado es el que afirma que una parte de las personas desempleadas, especialmente aquellas con más de 55 años, muchos años en paro o sin estudios, están desahuciadas de la vida laboral. Creemos haber demostrado, después de haber acompañado a más de 3.000 personas muy alejadas del trabajo, que esto no es cierto. La reincorporación al mercado de trabajo de estas personas es factible; sólo se requiere voluntad, determinación y profesionalidad.
Estamos ante un reto ético y social, pero también económico. La exclusión de los colectivos que acompañamos supone una pérdida inasumible de potencial de creación de riqueza, pero también un aumento extraordinario de costes de todo tipo (sanitarios, sociales, de prestaciones, etc.).
Cáritas reivindica un cambio necesario en el funcionamiento del mercado de trabajo, sobre todo en términos de trabajo decente y de calidad. Los trabajadores pobres se están convirtiendo en una nueva y amplia clase social, el precariado, que no cubre sus necesidades básicas debido a los salarios y las condiciones actuales. A pesar de estas condiciones, nuestros análisis nos demuestran dos hechos cruciales para las personas a las que acompañamos: el “no trabajo” cronifica la marginación y la exclusión laboral y, por tanto, la social; conseguir un primer empleo legal con un acompañamiento adecuado suele ser la mejor puerta de entrada a la sostenibilidad y a la estabilidad laboral.
Finalmente, recogiendo la iniciativa de la Iglesia católica para el trabajo decente, la política económica debe estar al servicio del trabajo digno, y por ello “es imprescindible la colaboración de todos, especialmente de empresarios, sindicatos y políticos, para generar este empleo digno y estable, y contribuir así al desarrollo de las personas y de la sociedad”.