Opinión / 08/04/2020

Habremos aprendido a querernos más y mejor

Publicado por: Mn. Toni Roman

Cuando todo esto haya pasado, cuando nuestras calles vuelvan a estar llenas de gente, cuando podamos volvernos a abrazar y besarnos, seguro que habremos aprendido a querernos más y mejor. Mientras tanto, toca quedarnos en casa y vivir una Semana Santa en cuarentena.

Para este periodo, quiero compartir algunas reflexiones a partir de lo que he ido leyendo y orando estos días. Un virus microscópico ha conseguido paralizar el mundo. Se paralizan agendas, proyectos y preocupaciones, y nos encontramos débiles, indefensos y desnudos: ante un reto inmenso, ante nosotros mismos y nuestras impotencias. Parados, solos en casa, sin podernos encontrar. ¿Quizás solos ante Dios?

Estos días, no deja de resonar en nosotros la pregunta que se hacía el pueblo de Israel atravesando el desierto de Egipto y que recogía el libro del Éxodo en la 1ª lectura del 3er Domingo de Cuaresma: “El Señor está con nosotros o no está?” (Ex 17,7). El jesuita Víctor Codina responde: “¿Dónde está Dios? Está en las víctimas de esta pandemia, está en los médicos y sanitarios que los atienden, está en los científicos que buscan vacunas, está en todos los que colaboran y ayudan para solucionar el problema, está en los que rezan por los demás, en los que difunde esperanza”.

Vivir confinados en casa puede hacer aparecer lo mejor y lo peor de cada uno de nosotros; lo mejor y lo peor de nuestra sociedad. ¿Como estamos reaccionando? ¿Qué actitudes me reconozco? ¿Qué echo en falta? ¿De qué tengo “sed”? Los primeros días de confinamiento vimos actitudes insolidarias y deplorables: acaparar egoístamente productos en los comercios; saltarse las normas o desplazarse a segundas residencias. Pero también hemos visto actitudes y acciones que enaltecen la condición humana: el personal sanitario y científico vertiendo horas y esfuerzos en el trabajo, los proveedores que nos abastecen, tantas iniciativas de voluntariado, atentos a las personas más vulnerables y necesitadas. ¡Emociona descubrirnos capaces de tanta humanidad!

En este sentido, las trabajadoras de Cáritas me dicen que están sorprendidas y encantadas de la respuesta de los voluntarios y voluntarias de Cáritas de Vilassar de Mar, de cómo se han sabido poner al lado de la gente que estamos acompañando. ¡Gracias a profesionales y voluntarios de Cáritas por el trabajo que llevan a cabo!

Como Comunidad cristiana, ¿creéis que seríamos capaces de poner en práctica más caminos de solidaridad? Seríamos capaces de poner más en práctica el mandato del Señor: “Amaos unos a otros como yo os he amado”?

Tenemos más tiempo, aprovechémoslo. Protejamos algún momento y algún rincón de la casa para orar. Quizá no hace falta tanta televisión ni tanta conexión a internet, no hay que estar tan enganchados a los informativos, y necesitamos un poco más de silencio y de diálogo con el Señor, personal, en familia.

Y no olvidemos en nuestra oración hacernos cargo del sufrimiento y el dolor de tantos: las víctimas mortales, los afectados, las familias que tan duramente han de acompañar estos procesos, sin poder estar a su lado. Y una oración para todos los equipos sanitarios, los científicos y las autoridades civiles, que el Señor les conceda el acierto y la fortaleza necesarios.

Este año no podremos celebrar físicamente juntos la Semana Santa. Será un hecho ciertamente insólito y doloroso para los cristianos. Necesitaremos estar más unidos que nunca en esta comunión espiritual entre nosotros y en comunión con el Misterio de Pasión, Muerte y Resurrección de nuestro Señor Jesucristo. Unidos también a tantos cristianos y cristianas de todo el mundo que tienen que vivir su fe en condiciones mucho más difíciles que las nuestras: los que viven guerras interminables; o refugiados en condiciones infrahumanas; o víctimas del peor virus para la humanidad como es el hambre, o perseguidos a causa de su fe. Y a pesar de todo, esperando y celebrando la victoria de Jesucristo sobre toda injusticia, sobre todo mal y sobre la muerte.

Cuando todo esto pase, habremos aprendido a querernos más, y podremos expresárnoslo de mil maneras: con muchos abrazos que habrán quedado pendientes, con sonrisas y aplausos, con cafés de proximidad, con una Eucaristía sentida y agradecida, que nos hará sentir de verdad hermanos, con un convencimiento más firme de que solos no podemos: que nos necesitamos todos, y que lo necesitamos a Él, al Cristo que clavado en Cruz miró la humanidad entera con todos sus dolores, y con una mirada infinita de Amor, ¡ya que él nos lo dio TODO!

Un abrazo sentida y fraterna a todas y todos. Vivamos intensamente esta Semana Santa; confinados y confiados; ¡que nos ha de llevar a la gozosa Luz de una nueva Pascua!

Ha un donativo

Rector de la Parròquia de Sant Joan de Vilassar de Mar

Apúntate a nuestra newsletter
imatge de tancament

Ayúdanos a ayudar

Haz un donativo
Simple Share Buttons