Opinión / 17/11/2023

Aporofobia en propia piel

Publicado por: Marta Plujà

Mouhamadou, Estebana y Giorgio han sufrido aporofobia en propia piel. Nos lo explican en la primera Conferencia Internacional sobre Aporofobia organizada por el IQS, conjuntamente con todas las comunidades educativas de la URL, Raíces, Assís y Cáritas.

La Primera Conferencia Internacional sobre Aporofobia organizada por el IQS, conjuntamente con todas las comunidades educativas de la URL, Raíces, Asís y Cáritas y que ha contado con el apoyo de la Fundación “la Caixa”, ha sido una cita privilegiada para centrar interés académico y mediático en una cuestión que generalmente queda fuera del foco.

Han participado voces expertas de aquí, como la creadora del concepto, Adela Cortina, catedrática de Ética y Filosofía política, y de fuera como el también catedrático de Filosofía por la Universidad de Uruguay, Gustavo Pereira o la doctora Esther Pillar Grossi, quien ha asesorado en temas de Educación al gobierno de Lula da Silva, de Brasil, entre otras muchas.

Pero ninguno causó el impacto del workshop organizado conjuntamente entre Arrels, Assís y Cáritas con testigos que han sufrido la aporofobia en propia piel.

Mouhamadou Gaye es un joven de origen senegalés que lleva construyendo su vida en Barcelona desde hace dos años. Vive en un piso compartido de Cáritas con otros jóvenes que llegaron solos buscando la promesa europea y finalmente parece tenerla encarrilada. Ha encontrado un trabajo como panadero. Al tiempo que trabaja, sigue estudiando para sacarse un Grado Medio y aún le queda tiempo para su pasión, el fútbol.

Gaye las ha pasado de todos los colores. La última tiene por escenario una oficina de CaixaBank. Necesitaba abrir una cuenta en la que cobrar la nómina. Y el comercial le exigía su nómina para abrir la cuenta. Un círculo vicioso que duró dos meses, pese a la intervención de la entidad.

Estebana Ortiz es una mujer colombiana fuerte y valiente. Huyendo de las amenazas de muerte que le asediaban por ser una defensora de los DDHH, llegó gracias a una colecta de sus compañeros de trabajo. Al llegar, tuvo que vivir un tiempo en la calle, hasta que encontró cobijo en Assís.

Ortiz tiene un problema de salud que le obliga a tomar medicación de forma crónica, pero aunque tiene derecho a la asistencia médica, no tiene acceso a la bonificación farmacéutica. Es Assís quien se lo financia en una farmacia de confianza.

La primera vez que fue a buscar las pastillas a la farmacia, la dependienta se ausentó un momento y al volver al mostrador, cuando la mujer le pidió el medicamento, la farmacéutica la acusó de habérselas puesto en el bolsillo. Ante la negación de la mujer, la conversación fue subiendo de tono hasta que Ortiz sufrió un ataque de ansiedad y tuvo que terminar interviniendo la policía. Por supuesto era un error de la farmacéutica, pero lejos de admitirlo, aún arrojó comentarios despectivos.

El tercer testigo, Giorgio Ossola, ha vivido en la calle una temporada larga con Coffee, la compañera fiel. A menudo pernoctaba en la zona del Aquàrium, porque era más tranquila que otros lugares de la ciudad. Es un recinto privado, y a la empresa no le gustaba tener personas sin techo a la hora de abrir, así que mucho antes de levantar la persiana utilizaba técnicas disuasivos para ahuyentarlos como encender luces muy potentes, o regar el suelo. Más tarde colocaron mobiliario hostil.

Perplejidad, rabia, incomprensión, frustración… Son algunos de los sentimientos que les generan estas actitudes y que los tres transmitieron con gran emoción a la cuarentena de personas que asistían de público.

Ossola añadió la que quizá sea la frase más flagrante: “Caminaba con la mirada fija en el suelo. Ya sabía que nadie me veía, pero no quería que nadie se diera cuenta de mi presencia”.

Junto a estos testigos, tres representantes de las entidades que les apoyan:

David Vázquez, de Cáritas, remarcó que no fue solo esa entidad bancaria quien puso obstáculos a Gaye para abrir la cuenta, el BBVA y el Banco de Santander no han dado ni respuesta a la petición. Y dio fe de que no es algo puntual, sino que es habitual que se les pida más documentación acreditativa y que los trámites sean más largos.

Roger Fe, el representante de Assís, explicó que la entidad había decidido romper la relación con la farmacia después de muchos años, pero reconoció que la farmacéutica no es, a día de hoy, suficientemente consciente del motivo.

Beatriz Fernández, del equipo jurídico de Arrels, constató las prácticas hostiles de entidades privadas y administraciones públicas hacia las personas que viven en la calle. Muchas de estas prácticas son sutiles o se basan en trabas administrativas, pero todas ellas tienen una carga de violencia importante.

El público enriqueció la mesa con preguntas y comentarios y se marchó con una promesa: ahora que ya son capaces de identificar las actitudes aporofóbicas y, sobre todo, que saben cómo es sentirlas en propia piel, harán todo lo posible por denunciarlas las y no reproducirlas.

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Periodista. Técnica del departamento de sensibilización.

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