Las personas jóvenes, los migrantes en situación administrativa irregular, los mayores de cincuenta años y las mujeres que viven solas y tienen hijos a su cargo son los colectivos más afectados por la precariedad laboral en todos los aspectos de sus vidas
“Estamos saliendo de la crisis por la puerta trasera”. Así se ha expresado el director de Cáritas Diocesana de Barcelona, Salvador Busquets, con motivo de la presentación del informe “Vidas precarias”. Busquets ha advertido que si bien el empleo ha aumentado un 3% en Cataluña durante el tercer trimestre de 2017, continuamos con una tasa de desempleo elevada del 12,5% en Cataluña. El director de Cáritas ha querido incidir en que la precariedad laboral es la otra cara de la moneda de la creación de empleo, haciendo hincapié en el número elevado de contratos temporales (el 91% de los contratos firmados en España en noviembre de 2017 eran temporales) y en la poca duración de estos (un 26% de los contratos era de siete días o menos). “La precariedad laboral afecta a todos los ámbitos de la vida de las personas”, indicó Busquets, y afirmó que los efectos de la precariedad son invisibles para la mayoría de la sociedad.
16% de trabajadores pobres
Seguidamente, la responsable de análisis social e incidencia, Miriam Feu, destacó que el objetivo del informe es ponerle cara a la cruz de la precariedad laboral. Por ello se destacan los relatos de los 35 participantes en los grupos de discusión, que constituyen la fuente del análisis. Feu ha destacado que las personas en situación de precariedad laboral se sienten invisibles, desprotegidas, explotadas y atrapadas. Deben concentrar todos los esfuerzos en sobrevivir en el presente, y no pueden planificar su vida a largo plazo. “El 100% de las personas que atendemos viven en la precariedad laboral. 8 de cada 10 usuarios están en paro y 2 de cada 10 tienen un trabajo que no les permite salir de la pobreza. Son trabajadores pobres “, ha advertido Feu.
Las consecuencias principales de la precariedad laboral son la gran preocupación por mantener el hogar y el grave impacto en la salud de las personas. El trabajo precario tiene un impacto directo en la vivienda, provocando que las personas no puedan pagar un alquiler a precio de mercado. Disponer de una vivienda es una necesidad básica de la persona, y el riesgo de perder el hogar por no poder hacer frente a los gastos conlleva la mayor inseguridad que puede sufrir una persona. El impacto en la salud es también muy grave. Situaciones de estrés continuado derivan en ansiedad, y la ansiedad sostenida en el tiempo se transforma en depresión. En muchas ocasiones la persona acaba hundiéndose por completo, porque se siente culpable de su situación y, además, aún cuando esto afecta a sus hijos.
Buscando un trabajo decente
El director de Cáritas Diocesana de Barcelona ha destacado la apuesta de Cáritas para garantizar un trabajo decente. “Contar con un trabajo decente supone tener un contrato estable y un sueldo digno“, ha detallado Busquets, y esto hace que las personas se sientan útiles, realizadas, y puedan contribuir a la construcción de una sociedad donde la igualdad de oportunidades sea una realidad.
Para hacerlo posible, Cáritas Diocesana de Barcelona pide que los municipios garanticen el empadronamiento de las personas recién llegadas, que se reforme el salario mínimo interprofesional (SMI) situándolo en 1.000 € mensuales, garantizar unos ingresos mínimos con la aplicación de la RGC que vaya acompañada de una política de vivienda digna y realizar una reforma laboral que combine necesidades de las empresas con derechos de las personas trabajadoras.
El obispo auxiliar de Barcelona, Sergi Gordo, ha afirmado que el acceso al trabajo por parte de todos debe ser un objetivo prioritario. “Las empresas deben ser verdaderas comunidades humanas”, ha destacado, y ha concluido que “sólo conociendo de cerca las consecuencias de la precariedad que están sufriendo las personas querremos buscar soluciones para construir una sociedad más inclusiva y más fraterna”.
