Reflexionemos sobre qué modelo de mercado de trabajo queremos, y por extensión, qué sociedad estamos construyendo
Los últimos datos de la Encuesta de Población Activa (EPA) son bastante reveladoras sobre el camino que hemos elegido: ha disminuido el paro hasta el 12%, pero la precariedad sigue aumentando. Actualmente, los contratos de menos de 7 días son el 27% del total de contratos realizados, las personas que hace más de un año que están en paro son el 46.5% y el 50% de las personas que están a jornada parcial querrían hacer más horas. Y las personas que se han desanimado y que han dejado de buscar empleo de forma activa asciende ya a las casi 30.000 personas.
La tasa de desempleo subiría del 12% hasta el 20% si tuviéramos en cuenta las personas que quieren trabajar más horas y las que se han cansado de buscar empleo.
Estos datos, estremecedores por sí mismos, no muestran el rostro, el nombre y el apellido de las personas que siguen sufriendo los efectos de la crisis y de la precariedad de un mercado de trabajo que no ofrece posibilidades para que las personas excluidas salgan de la pobreza y la exclusión social.
Cáritas pretende dar voz a estas personas excluidas, trabajadores pobres, que no pueden tener un proyecto vital con garantías y que no pueden cubrir sus necesidades básicas. Hay que reflexionar sobre los pilares que sustentan un Estado del Bienestar cada vez más exiguo, empobrecido y que no permite a las personas desarrollarse con derechos y garantías a una vida digna y un trabajo decente.
Es necesario que avancemos hacia una serie de reformas que:
- Potencien el empleo de los colectivos específicamente afectados por la precariedad y la pobreza (jóvenes, personas con baja formación, migrantes).
- Impulsen la igualdad de oportunidades y de trato reales entre mujeres y hombres, porque ser mujer ya implica exclusiones y desigualdades de per sé.
- Garanticen el empadronamiento y evitar la irregularidad sobrevenida en el caso de las personas migrantes.
- Regulen el uso de contratos temporales de muy corta duración.
- Reformen las prestaciones para que puedan dar cobertura en determinados momentos donde las personas se pueden encontrar en situación de vulnerabilidad.
- Una nueva reforma laboral, con un mayor equilibrio entre los derechos de las personas trabajadoras y de las empresas.
El 1 de mayo debe seguir siendo un día de reivindicación, de denuncia a un sistema laboral que para salir de la crisis económica no está priorizando a las personas, perpetuando así una crisis social que ya hace demasiado tiempo que perdura.