Hoy han salido los datos de la Encuesta de Población Activa del INE del cuarto trimestre de 2018. Y podemos valorarlos muy positivamente, porque se ha creado empleo a un ritmo interanual del 2,3% y se ha reducido el paro hasta una tasa del 11,7% en Cataluña, la más baja desde el inicio de la crisis.
Lástima que los matices nos hagan enfocar la mirada en el nivel de precariedad laboral, que, aunque se va reduciendo desde niveles máximos de la crisis, lo hace a un ritmo mucho más lento. Así, aunque hay un 48% de personas con jornada parcial que querrían trabajar más horas (cuando en 2008 eran el 28%), un 14% de los trabajadores con una temporalidad menor a tres meses y de las personas en situación de paro, un 42% hace más de un año que no encuentra trabajo (cuando antes de la crisis era el 21%).
Hay 100.900 hogares sin ingresos de trabajo ni prestaciones estatales, un 44% más que al inicio de la crisis, que pueden contar o no con prestaciones autonómicas y que, a pesar de que la cifra se ha reducido desde los peores momentos de la crisis, ha mostrado un repunte en el último año. La precariedad severa afecta todavía a un 11% de los ocupados, prácticamente el doble que al inicio de la crisis.
Sin querer menospreciar la mejora clara en el mercado laboral, queremos también darle importancia a estos “matices”, porque detrás hay personas que siguen sufriendo la falta de ingresos que les permitan vivir en dignidad, aunque estén trabajando y rebajen las estadísticas oficiales.
