Desde el programa de formación e inserción laboral, la vasca María del Coro Querejeta, de 76 años, se ha encargado de orientar, capacitar y ubicar en puestos de trabajo a gente del país y de diferentes partes del mundo. Hoy, en retiro, comparte su aprendizaje
Volver a empezar. Como por ejemplo, en la búsqueda de trabajo y en la recuperación de la dignidad con la esperanza de que todos tengamos los mismos derechos de inclusión y oportunidades en la sociedad. Desde las personas de nacionalidad española hasta los inmigrantes. Imagínate empezar, pero acompañado. Eso pretende el programa de formación e inserción laboral, donde María del Coro Querejeta fue voluntaria durante 13 años.
Camino al andar
Coro sabe bien lo que es empezar. Lo hizo hace cincuenta años cuando dejó su natal San Sebastián para residir en Barcelona. Después de su separación y, con un hijo, supo que volvería a comenzar, pero como voluntaria. Ser psicóloga de profesión la ayudó en este propósito. Primero lo hizo con su voz en el Teléfono de la Esperanza, luego se acercó a Cáritas y emprendió la tarea de dar clases de cocina española en Sagrada Familia.
Ya en el programa de formación e inserción laboral, no tenía horario, pero estaba siempre conectada al ordenador y al móvil para responder a las demandas del mercado. Atendía las ofertas laborales y entrevistas. Así conoció el perfil de “sus chicas”, como las llama con cariño, para asignar a las personas más aptas en servicio doméstico.
“¡La experiencia con Cáritas ha sido buenísima! Atendía a personas llegadas, principalmente, de Sudamérica. Cuando empecé, casi todos eran bolivianos de Cochabamba y Santa Cruz. Yo siempre decía de broma: ¡esos lugares deben de estar vacíos!”, sonríe escuetamente.
Inclusión social
En la época de crisis, además de los inmigrantes, se sumaban los parados del país. La diferencia es que, en algunos casos, no estaban dispuestos a realizar ciertos oficios. La actual precariedad ha democratizado esa realidad. “Ningún trabajo es más que otro. El servicio doméstico profesionalizado es digno y bien remunerado”, afirma la ex voluntaria.
A Coro le tocó conocer gente con problemas psicológicos, fruto del choque cultural y el tener que alejarse de su tierra y familia. Pero también reconoció el espíritu de lucha y poder de resiliencia. La misión de hoy es regularizar los papeles de las personas migradas y crear redes más solidarias entre los ciudadanos de un mismo país.
Después de la experiencia con Cáritas, el 31 de julio de 2017, Coro decidió empezar de nuevo. Su día a día transcurre entre un curso de historia del arte y el apoyo escolar que ofrece en el Raval. Ni ella misma se lo cree cuando enseña o corrige oralmente en catalán, pues aunque lo entiende y lee perfectamente, los idiomas nunca fueron su fuerte.
– ¿Te ves siendo atendida por una de “tus chicas” cuando seas más mayor?
– ¡¡¡Nooo!!! Aprecio y admiro su trabajo, pero soy demasiado sociable para estar sola y solo con una persona. Me veo, si se puede, en una residencia conversando con todos y jugando a las cartas.