Josefina Jaulín tiene 81 años, y hace más de doce que es voluntaria de Cáritas. Siempre ha estado vinculada a la comunidad parroquial de la Iglesia Mayor de Santa Coloma de Gramenet, y su trabajo al servicio de las personas ha sido recompensada con el premio Climent Mur. Los galardonados con este premio son personas que, de una manera anónima, desarrollan unos valores humanos en la convivencia diaria con la gente de los diferentes barrios de Santa Coloma de Gramenet. En esta ocasión, hemos querido hablar con Josefina para que nos explique el trabajo que lleva a cabo en Santa Coloma.
“No me esperaba el premio. Me llamaron el día de mi cumpleaños y no me lo podía creer. Estuve muy contenta” nos cuenta Josefina. A pesar de estar muy satisfecha con el trabajo que ha hecho durante estos años, lo cierto es que su acción social en Santa Coloma tiene un origen triste. “Perdí a mi hijo en 1983, y tres años más tarde moría mi marido”, explica. Esta situación la dejó muy tocada, pero lejos de tirar la toalla, decidió empezar a trabajar por los demás. “Un año después de la muerte de mi marido, me incorporé al grupo de padres del Foc Nou de Santa Coloma. Nos reuníamos mensualmente para hablar del evangelio, pero también tratábamos sobre temas sociales y de actualidad. Fue una manera de romper con mi dolorosa situación“, dice.
De este primer encuentro con la comunidad parroquial, surgió la idea de empezar el voluntariado en Cáritas. “Mi primera tarea fue repartir vales para comprar comida, pero no era un trabajo que me gustara mucho”, explica. Actualmente, asiste cada jueves al despacho de Cáritas de Santa Coloma, y es la responsable de hacer una primera acogida con las personas que llaman a la puerta y piden ayuda.
“Voluntarios como Josefina son imprescindibles para la tarea que llevamos a cabo en Santa Coloma. Ella es muy sensible con las personas que se encuentran en una situación difícil, y sabe guiarlos y explicarles lo que tienen que hacer para empezar a recuperar la autoestima y salir adelante”, explica Loli Ibáñez, trabajadora social de Cáritas en Santa Coloma.
Además de colaborar con Cáritas, Josefina también ha participado en la Pastoral de la Salud yendo a ver a gente mayor, y durante muchos años ha acompañado a personas enfermas a Lourdes. “Ayudo en todo lo que puedo. Cuando me quedé sola, pensaba que ya no haría nada más por nadie, y ahora puedo decir que el voluntariado me ha cambiado la vida”, explica emocionada.
Todos los vecinos y conocidos de la Josefina le han dicho que merecía este premio, pero ella les anima a hacer un voluntariado. “El voluntariado en Cáritas es sinónimo de formar parte de una familia, y esta comunidad es la que me ha ayudado a salir adelante”, concluye.