Voluntariado / 15/11/2017

Abuela y nieta, dos generaciones de voluntarias de Cáritas

Publicado por: Jordi Julià Sala-Bellsolell

Maria Assumpció y Anna son abuela y nieta, y las dos son voluntarias de Cáritas Diocesana de Barcelona. Con su experiencia, queremos acercaros el sentido que tiene el voluntariado por parte de dos personas que a pesar de pertenecer a generaciones diferentes, tienen como objetivo común el trabajo desinteresado en favor de las personas más vulnerables.

 

“El voluntariado no siempre es fácil, pero hay que ejercerlo con una sonrisa”

 

Hace más de veinte años que Maria Assumpció es voluntaria de Folre, un proyecto para personas en situación de sin hogar en el centro de Badalona. Folre nace en 1996 como un proyecto de la Parroquia de Sant Josep de Badalona, y precisamente fue el hijo de Assumpció y un grupo de amigos los que lo iniciaron. “Folre comenzó en una pequeña habitación de la parroquia, y una de las primeras cosas que hicimos era repartir bocadillos a las personas que dormían en la calle”, recuerda Assumpció.

Dos voluntaris del projecte Folre de Càritas BarcelonaMaria Assumpció y Antonio, preparando bocadillos para las personas que vengan a Folre durante la tarde

En ese momento fueron los hijos los que animaron a los padres a participar como voluntarios del proyecto, pero Assumpció cree que ahora son los mayores los que deben implicar a los jóvenes en el voluntariado. Buena prueba de ello es que su nieta, Anna, también es voluntaria de Cáritas, y creemos que sus testimonios pueden ser fuente de inspiración para muchos jóvenes y mayores que están pensando en hacer un voluntariado.

Toda una vida dedicada al voluntariado

Assumpció comenzó a ser voluntaria de bien jovencita. “Cada sábado iba con mis padres y hermanos al Cottolengo, así que el voluntariado viene de familia”, nos indica. Aunque ya han pasado veinte años desde que es voluntaria de Folre, afirma que nunca ha fallado, y que su dedicación es la misma que la del primer día.

“Cada tarde de 16h a 20h vienen unas veinte o treinta personas al centro. Jugamos a juegos de mesa, les preparamos la merienda, la cena y compartimos un rato con ellos para que se sientan acompañados”, explica. De lunes a viernes son unos cuatro voluntarios en Folre, y pese a que todos ya están jubilados, Assumpció dice sonriendo que el trabajo que hacen es literalmente frenético.

La Maria Assumpció, jugant a parxís amb els participants de FolreMaria Assumpció, compartiendo un rato de juego y ocio con las personas de Folre

“El voluntariado con las personas en situación de sin hogar no siempre es fácil, pero les quieres y agradecen con todo su corazón nuestra tarea”, afirma. Además del trabajo de acompañamiento que realizan los voluntarios, Folre cuenta con un equipo de profesionales que hacen un seguimiento social de las personas que asisten con el fin de ayudarles a salir de su difícil situación. Complementando esta tarea profesional, Assumpció cree que la acogida y el acompañamiento del voluntariado es esencial, por lo que la celebración de la cena de Navidad, el Tió o los cumpleaños no pueden fallar nunca. “Cada vez que alguna de las personas de Folre hace años le hacemos un regalo de cumpleaños. En la mayoría de casos lloran, ya que la sensación de ser valorado como una persona con nombres y apellidos es muy especial. Siempre nos dicen que son invisibles para la gente que pasa por la calle”, expone Assumpció.

El valor de ayudar a los demás

Al preguntarle sobre que considera que es el más positivo del voluntariado, Assumpció afirma que es poder ayudar a las personas a salir del pozo. “Aquí me salvasteis, eso es lo que me dijo una de las personas de Folre, y para mí es lo más gratificante”, dice emocionada. Añade que hace unos meses una persona le llevó un pastel como muestra de agradecimiento. “Me dijo que lo habían hecho fijo en el trabajo, y que el pastel era la manera de darme las gracias por acompañarlo en este proceso. Estas son las cosas que dan sentido el voluntariado”.

Para todas aquellas personas que se estén planteando ser voluntarias de Cáritas, Assumpció dice que si se tiene tiempo, todo es posible. “Yo misma me estoy pensando si comenzar un voluntariado con personas mayores, creo que todo es proponérselo y querer hacer un servicio en favor de aquellos que más lo necesitan.”

Sobre que abuela y nieta sean voluntarias, Assumpció nos dice orgullosa que es toda una experiencia. “Fue ella quien con dieciocho años decidió hacerse voluntaria. Compartimos puntos de vista, que le gusta, y eso es lo más importante”, afirma.

Despidiéndonos de Assumpció le preguntamos cómo definiría el voluntariado. Lo resume con una palabra: felicidad.

 

“Lo más valioso que podemos ofrecer es nuestro tiempo”

L'Anna és voluntària de Càritas al projecte Folre de CàritaAnna Oncins en la puerta de Folre y del comedor social

Anna es nieta de Maria Assumpció, y como ella también es voluntaria de Folre. Tiene 21 años y estudia 4º curso de Biomedicina en la Universitat de Barcelona. A pesar de su juventud, Anna ya hace tres años que es voluntaria en el comedor social de Folre, y fue una de las primeras cosas que decidió al ser mayor de edad.

“Mi experiencia como voluntaria viene de lejos, ya que también soy monitora del casal aspirantat de Sant Josep”, nos cuenta Anna. Combinar la tarea de monitora con niños y la atención a las personas sin hogar dice que es especial, ya que trabajar con los niños y niñas es más fácil, pero el acompañamiento a personas que duermen en la calle es imprescindible para devolverles la esperanza.

Voluntàries del projecte Folre de CàritasAnna y Carme son voluntarias de Folre, y Hadda (centro) es la cocinera que prepara los almuerzos diarios

La vida universitaria de Anna le ocupa muchas horas, pero aun así siempre dedica el sábado por la mañana para atender a las personas que comen en el comedor social de Folre. “Garantizar las comidas es una parte importante para ayudar a las personas que duermen en la calle -dice- pero hay que complementarlo con un acompañamiento humano que voluntarios y voluntarias como yo o mi abuela ofrecemos cada día“.

Compartir el voluntariado en familia

Anna nos dice que es una gran suerte compartir el voluntariado con su abuela, ya que muchas veces hablan en las sobremesas familiares. “Contar con la experiencia de mi abuela me ha ayudado mucho. El trato con personas con vidas tan rotas siempre es compleja, pero la ayuda y los consejos de mi abuela fueron imprescindibles en los inicios de mi voluntariado“, afirma.

L'Anna, a l'entrada de Folre, on fa voluntariatL’Anna Oncins en la entrada de Folre

Anna cree que voluntariado significa crear espacios para hablar y crear vínculos, y que en muchos casos escuchar y acompañar a las personas puede ser más importante que ayudarles económicamente. Al preguntarle sobre que diría a las personas que están pensando en ser voluntarias, Anna les pide que lo prueben, sin miedo. “Al principio da respeto, pero el ambiente es muy bonito”. Añade que entre la gente joven no es muy común hacer voluntariado, y que en algunos casos sus amigos no lo entienden. “Es necesario que la gente joven se acerque y vea con sus propios ojos los proyectos de Cáritas, si no es complicado implicarte”, expone. Como en su caso, Anna anima a todos aquellos jóvenes que ya son monitores en algún casal o cau a que también puedan participar en algún otro voluntariado. “Cáritas ofrece muchos proyectos donde colaborar, y creo que todos podemos encontrar un momento y dedicarnos a ello”.

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Politólogo especializado en Comunicación Política y Social. Trabajando para sensibilizar y denunciar desde el Área de Comunicación y Relaciones Institucionales de Cáritas Diocesana de Barcelona. Dando voz a las personas vulnerables podremos construir una sociedad más justa.

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