Ante un mercado libre que expulsa a miles de familias, la Fundació ha facilitado un techo seguro y un acompañamiento socioeducativo a 473 familias en riesgo de exclusión residencial
El Proyecto OIKOS, eje central de la intervención social de la Fundació, asigna a cada familia un educador o educadora social que construye un plan de trabajo a medida. Este plan aborda aspectos como la mejora económica, la estabilidad emocional, el acceso a derechos, la crianza o el empleo, y se da por finalizado cuando la familia puede sostener un proyecto de vida autónomo. En el caso de la diócesis de Barcelona, se han dispuesto de 396 viviendas que han dado respuesta a 1.582 personas.
Las familias monoparentales: un perfil en crecimiento y con mayor riesgo de exclusión
Las familias monoparentales encabezadas por mujeres representan ya casi la mitad de las unidades familiares alojadas en las viviendas de la Fundació, superando a las parejas con hijos, que habían sido tradicionalmente mayoritarias. Las mujeres encabezan el 95% de estas familias y son las que sufren con mayor intensidad la precariedad residencial. La Fundació denuncia que, a pesar del esfuerzo titánico de estas mujeres por salir adelante, se encuentran con barreras estructurales que cronifican la pobreza y limitan el futuro de sus hijos e hijas.
Los equipos socioeducativos que trabajan con estas familias alertan que la carencia de una vivienda estable y asequible comporta graves consecuencias sociales y emocionales: inseguridad residencial, empobrecimiento, impacto psicológico, desigualdad de género y limitaciones en el desarrollo emocional, educativo y social de los niños y niñas.
“La combinación de una vivienda digna con acompañamiento socioeducativo es clave para transformar la vida de estas mujeres y sus hijos”, explican Ariadna Mateos y Francesc Castellano, educadores sociales de la Fundació. Este apoyo integral tiene efectos directos en la estabilidad familiar, la mejora del bienestar emocional, el acceso a oportunidades educativas y laborales, y la prevención de situaciones de aislamiento o de cronificación de la pobreza.
A pesar de los avances conseguidos, la Fundació denuncia que estas familias se encuentran a menudo con un “techo de vidrio” institucional que impide alcanzar una autonomía real. Las dificultades para acceder a una alternativa residencial estable se trasladan a sus hijos e hijas, perpetuando el círculo de la exclusión. En este sentido, la Fundació alerta de que muchas familias monoparentales quedan fuera del sistema de protección oficial, a pesar de su elevada vulnerabilidad.
Por último, la Fundació hace un llamamiento a las administraciones públicas para sumar esfuerzos y garantizar que estas familias no solo tengan un lugar donde vivir, sino también un futuro con dignidad y oportunidades. Durante el año 2024, 28 familias han dejado la vivienda social gestionada por la Fundació para iniciar una nueva etapa en vivienda pública o de mercado. La estancia media de estas familias ha sido de cinco años y seis meses, dato que demuestra cómo, con el acompañamiento adecuado, las familias pueden salir adelante.