Cáritas atiende a las personas mayores que se encuentran más desprotegidas y que apenas disponen de medios económicos para que tengan una vejez digna y se sientan acompañadas y cuidadas. Además de ofrecerles apoyo social, Cáritas también organiza actividades lúdicas que les permiten romper con la rutina y conectar con el espíritu joven que llevan dentro.
El 14 de mayo, la parroquia de Sant Joan Bosco acogió a más de 100 personas en la II Fiesta de primavera intergeneracional. Esta celebración unió a personas de diferentes generaciones: personas mayores, voluntarios, trabajadores de Càritas, estudiantes de primaria, ESO, bachillerato y universitarios que compartieron alegría, compañía, abrazos, poemas, regalos, canciones, bailes y merienda. La velada fue un éxito y todos los que participaron en ella se llevaron en el corazón un momento compartido en el que la edad no fue una frontera si no una oportunidad para aprender, escuchar y descubrir que la fuerza de las personas mayores quizás ya no está en sus cuerpos, pero sí en sus ganas de vivir y disfrutar.
Las personas mayores que participaron son atendidas por los trabajadores de Cáritas que acompañana y ayudan a quienes viven en los barrios de Horta, Canyelles, Torre Baró, Prosperitat, Guinegueta, Porta, Vilapicina, Verdum, Teixonera, Font d’en Fargues y Eixample.
La celebración contó con una persona invitada: Fernando Sánchez, un voluntario siempre dispuesto a coger su cámara de fotos para captar en imágenes la vida de los proyectos de Cáritas. En esta ocasión, además de hacer de fotógrafo voluntario también escribió esta crónica del encuentro en la que muestra el alma de la celebración.
Para mí ha sido, una vez más, una satisfacción ser invitado. Porque como voluntario es, en estos actos, donde recibes las más gratificantes satisfacciones, en comparación a lo poco que has hecho por las personas mayores homenajeadas. Quien dude de ser voluntario, que lo pruebe, y comprobará la veracidad de lo que digo.
La fiesta fue un éxito rotundo. Se sobrepasaron con creces todas las expectativas. Hubo de todo: lectura de poesías y reparto de regalos por parte de alumnos de la escuela Fedac Horta y Jesús-Maria Claudina Thévenet, y estos últimos también realizaron una actuación musical. Destacar, también, que muchos de los regalos fueron hechos por alumnos de escuelas que son “Escoles amb Cor”: Abat Oliba-Loreto, Arrels, Betània Cornellà, Canigó, Dominiques de l’Ensenyament, L’Horitzó, La Salle Bonanova, Mare de Déu del Roser, Mary Ward Barcelona, Patufet, Sagrat Cor- Besós (Grup Barat), Sagrat Cor- Sarrià, Sant Miquel i Teresianas Ganduxer. Gracias al Hotel Arts los asistentes pudieron disfrutar de una suculenta merienda. Y, para cerrar la fiesta, la actuación de la Tuna de la facultad de Economía y Empresa de la UB, ¡espléndida!
Ahora me gustaría destacar algunos aspectos que son muy interesantes. El 90% de los asistentes eran mujeres. Y esto me hizo recordar unas palabras del profesor Rojas Marcos, en una reciente charla que dio en Barcelona a los colaboradores de Cáritas: “Las mujeres viven más que los hombres porque hablan más que ellos”. Y lo justificaba añadiendo que las mujeres al hablar sacaban de su interior las penas, angustias, fracasos, temores, etc. Y que la mayoría de los hombres se quedan callados y acaban amargados. Y se nos van….
Vi a una leonesa en silla de ruedas acercarse al altar y cantarnos unas jotas aragonesas. Una granadina que, sin saber leer ni escribir –esto me impresionó mucho-, se puso a recitar poesías que ella misma había creado y memorizado –supongo que en la memoria RAM de su cerebro-. Yo, que para escribir cuatro versos necesito papel, lápiz, goma y tiempo para buscar la métrica y rima de cada verso y, cuando acabo, pasarlo al ordenador, imprimirlo en letra gruesa y recitarlo leyendo. Y esta poetisa lo guarda todo en su memoria, y venga, a recitar. No somos nada. ¡Olé por ella!
Casi todos los asistentes, estoy seguro, tendrían algún achaque: artritis, reuma, dolores, años (¡eso sí!), etc. Pero en cuanto apareció la tuna, parecía que sus piernas tenían alas de mariposa y la nave de la Iglesia se convirtió en una pista de baile, donde al son de las canciones que la tuna todos bailaban y cantaban cual si tuvieran 18 años. Y me gustó. No soy quien para juzgar nada, ¿pero bailar en la Iglesia? ¿Estaría bien? Pues sí, ¡ya lo creo! No era un baile. Era un cántico, una oración, una acción de gracias al Señor por estos momentos de felicidad y, seguro también, por esa vida plena que se veía reflejada en la alegría de los ojos de todos los asistentes.
Y cada uno de estos hombres y mujeres podrían estar horas contándonos sus vidas. Yo los escucharía a todos si tuviese tiempo, porque sé que escucharlos es muy gratificante para ellos, y ellos deben saber que para mí es mucho más. Tenemos tanto que aprender de ellos…Y vi una diminuta flor, pero no de espíritu. ¡Con unos ojos que hablaban! ¡Qué bonita y qué bonitos ojos! El día 17 de este mes florido, cumplirá 102 años. ¡Qué maravilla, Señor! Podríamos imaginarnos el libro de su vida. Un capítulo por cada año: 102. Una palabra por cada día: 37.230. Una letra por cada hora: 893.529. ¡Y cuantas historias nos podría contar!
Y podría contar muchas cosas más, como los saludos de algunos asistentes que me reconocieron, ¡gracias! Pero no hay más espacio. Ojalá que al ver mis fotos podáis comprender lo que digo y ver la alegría de estas flores del mes de mayo. La cámara no puede captar todos los sentimientos de alegría que allí se vivieron, pero algunos sí.
Gracias por la invitación y no me olvidéis en la próxima fiesta.
Fernando Sánchez Planas