Me acerco a el Casal Claret de Vic. Esta semana, una veintena de personas mayores que son atendidas por Cáritas han venido a pasar unos días de vacaciones. Entro, los observo y me doy cuenta de que todos tienen muchas cosas en común. Comparten la alegría de pasar unas vacaciones llenas de emociones, compañerismo y actividades al aire libre que han sido organizadas por los voluntarios de Cáritas con la ayuda de dos trabajadoras sociales.
Durante esta estancia han tenido tiempo de ir a visitar el Mercado semanal de Vic, de hacer gincanas, de jugar al Pasapalabra, al Bingo e incluso han disfrutado de una actuación de la cantautora vigatana Antonia Barnolas, que les ha acompañado durante la tarde del martes. Con las canciones más populares que sonaban durante la juventud de la mayoría de las personas mayores, Barnolas ha conseguido arrancarles sonrisas y hacerles pasar un rato agradable y diferente.
Mientras las personas mayores juegan, pintan o pasean, les brillan los ojos; transmiten felicidad, tranquilidad y armonía. Esta misma sensación se puede captar viendo el talante de los voluntarios y las trabajadoras sociales que se dedican a cuidar de ellos y a hacerles saborear estos días de la mejor manera. Y es que esto es Cáritas, amar a las personas y velar por su bienestar cuidando hasta el último detalle.
La ternura que las personas mayores han regalado a los voluntarios durante estos días es la recompensa más gratificante que se puede recibir cuando se dedica tiempo y esfuerzo a ayudar a los demás. Y este esfuerzo y estos ratos, sin duda, han valido la pena y no habrían sido posibles sin la existencia de organizaciones como Cáritas, que además de ayudar a las personas, lo que entrega, es amor.
Olga Bover
(Estudiante de 21 años y voluntaria en las Vacaciones de verano para personas mayores de Cáritas)