Un amor que no tiene límites | Blog de Cáritas Barcelona
Opinión / 14/10/2025

Un amor que no tiene límites

Publicado por: Eduard Sala

“No se puede amar a Dios sin amar a los pobres. El amor al prójimo es la prueba viva, palpable, del amor auténtico a Dios”

Desde Cáritas Diocesana de Barcelona recibimos con profunda alegría y esperanza la exhortación apostólica Dilexi te (“Te he amado”) de León XIV, un texto que nos habla, con una fuerza inmensa, sobre el amor a los pobres. Este documento es una llamada a vivir con el corazón abierto, a mirar al mundo con los ojos de Dios y a continuar el legado de amor del Papa Francisco.

En su quinto capítulo, Dilexi té, el Papa nos recuerda que la atención a los pobres no es solo un gesto de buena voluntad, sino una parte esencial del corazón mismo de la Iglesia. Desde siempre, este amor ha sido un faro que ha guiado los pasos de los cristianos a lo largo de los siglos. El Papa nos invita a sumergirnos en este río de luz, a dejarnos llevar por la ternura de Dios que se manifiesta especialmente en el rostro de los más vulnerables.

León XIV remarca que no podemos mirar hacia otro lado frente a las injusticias que generan pobreza. No podemos ver a los pobres como un “problema social”, sino como hermanos y hermanas, como parte de nuestra familia. Nos pide un amor cercano y sincero: dedicar tiempo, escuchar, acompañar y compartir la vida.

Porque, como dice el Papa, no se puede amar a Dios sin amar a los pobres. El amor al prójimo es la prueba viva, palpable, del amor auténtico a Dios. Si cerramos el corazón a los más débiles, nunca podremos abrirlo plenamente. Por eso, el Papa nos anima a ser samaritanos en un mundo herido. Un mundo donde la pobreza no es solo la falta de pan, sino también de palabra, cariño, sentido. Nos recuerda que el amor se concreta en el esfuerzo para conseguir un trabajo digno, una educación justa, una vida con igualdad y respeto. Pero, sobre todo, nos recuerda que el amor empieza por mirar, comprender y acoger.

De entre todos los gritos del mundo, el Papa también nos pide especial atención a los migrantes y refugiados, a aquellos que han tenido que dejarlo todo para buscar un futuro mejor. Nos dice que cada persona es hijo e hija de Dios, y que detrás de cada rostro hay una historia que merece ser escuchada, una vida que merece ser amada.

Por tanto, debemos seguir trabajando para construir una Iglesia sin límites, una Iglesia que no conoce enemigos, sino solo personas a las que amar. Una Iglesia que, como Cristo, sale al encuentro de los demás, abraza sin preguntar, acompaña sin juzgar y ama sin medida.

Esta es la Iglesia que el mundo necesita hoy: una Iglesia con el corazón abierto, sin fronteras y llena de amor sin límites.

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