Cuando se llega a una nueva ciudad como Barcelona, es difícil conocerla sin alguien que te guíe. Es por eso que, una vez por semana, el proyecto «Miremos adelante» de Cáritas en la Parroquia del Bon Pastor acoge a personas recién llegadas que necesitan relacionarse con vecinos del barrio y descubrir el entorno en el que viven.
Iniciado en 2018, el proyecto surgió de una preocupación por parte de los voluntarios y voluntarias, que conocían a las personas atendidas durante una primera visita y no las volvían a ver. Con estos encuentros semanales pueden conocer a las personas durante un período más largo y estable, proporcionando una ayuda esencial: la compañía. «Aquí venimos a comer ya reír. También a llorar, si lo necesitamos», dicen.
Las personas participantes comparten un café o un desayuno, explican sus vivencias y realizan visitas al barrio para conocer el entorno y fomentar el sentimiento de pertenencia. La mayoría definen el proyecto como una «familia» formada por gente de todo el mundo, pero que por diferentes circunstancias han dado el paso de venir a vivir a Barcelona, concretamente al barrio del Bon Pastor. «No solo ofrecemos acompañamiento a los recién llegados, sino que aprendemos unos de otros. Cada día descubrimos algo nuevo, y eso nos enriquece a todos por igual», afirma una de las voluntarias.
Uno de los participantes es Anthony. Asiste a la Parroquia del Bon Pastor cada semana y es el primero en servir el desayuno y preparar mesa. «No tiene papeles, no entiende demasiado el idioma, pero siempre tiene los ojos llenos de esperanza», dice Marina, voluntaria. «Es una persona que se comunica con acciones. Le gusta venir porque se siente acompañado, y a pesar de la barrera idiomática, nos entendemos por medio de la confianza, el cariño y la acogida». Otra participante es Carolina, recién llegada de Colombia. «No solo llegué sola, me sentía sola. En este espacio de Cáritas he encontrado a una familia», afirma emocionada.
Proyectos como «Miremos adelante» son más necesarios que nunca, y se necesitan más espacios de relación en la ciudad para aquellas personas que no tienen una mano que las guíe. Un acto tan sencillo como encontrarse una vez a la semana, tomar un café y hablar significa mucho más de lo que parece.
