Institucional / 10/07/2019

¿Por qué decimos que la herida de la desigualdad no cicatriza?

Publicado por: Míriam Feu

Repasamos los datos macroeconómicos que confirman que la desigualdad se ha perpetuado e, incluso, intensificado en los últimos años

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Foto: Mingo Venero

En la memoria 2018 se evidencia que la desigualdad se ha convertido en una herida que, por mucho que pasen los años, no cicatriza. De hecho, hemos ayudado a 13.225 hogares, una cifra que no había sido tan elevada desde que estalló la crisis. Pero, ¿qué datos alertan de esta cronificación de la pobreza? ¿Qué indicadores muestran la perpetuación de la desigualdad?

La desigualdad es una herida abierta que no cicatriza,…

La crisis ha dejado una herida en nuestra sociedad, en forma de aumento de la desigualdad, que no cicatriza. A pesar de que los indicadores de renta y de empleo del conjunto de la sociedad catalana han mostrado una mejora desde el inicio de la recuperación, no parece que ésta haya llegado con igual intensidad en las situaciones de vulnerabilidad social y pobreza. Especialmente en los casos de vulnerabilidad más severa. El aumento de la desigualdad que se produjo durante la crisis, no ha revertido. Por el contrario, los últimos datos de la Encuesta de Condiciones de Vida nos muestran un ligero repunte en 2017: el índice de Gini ha pasado del 31,4 al 31,8%, y las personas en el quintil de renta más elevado tienen unos ingresos totales percibidos 5,7 veces mayores que el quintil de renta más bajo (cuando el año anterior era de 5,5). Para tener una referencia, la media europea se sitúa en 30,7% el índice de Gini.

…una herida profunda y mayor que en el resto de países de nuestro entorno,…

Una de las características de la evolución reciente de la desigualdad es que ha aumentado en una magnitud mayor que en otras fases recesivas de nuestra economía. Si se compara con la crisis de los 90 (1991-1994), se puede observar que la desigualdad, medida por el índice de Gini ha sido más elevada en la crisis de 2007. La OCDE nos dice también que España es uno de los países industrializados donde ha habido una mayor diferencia en la evolución de la renta de los hogares de los deciles superior e inferior. Si se compara con el resto de países de la Unión Europea, España se sitúa en segundo lugar por mayor caída de la renta disponible per cápita entre 2007 y 2014, sólo por detrás de Grecia.

…que golpea a los más vulnerables,…

Las personas en situación de mayor vulnerabilidad son las que han sufrido con mayor intensidad los efectos negativos de la crisis, y no han notado los efectos de la supuesta recuperación. El 10% de las personas con una renta disponible anual más baja son las que han tenido una caída más pronunciada desde el 2007 hasta el 2014, y una recuperación en los dos años siguientes, que sin embargo no las sitúa aún en los niveles de 2007. De hecho, una de las características de esta última crisis ha sido el aumento de la pobreza severa. Del 9,0% en 2013, 11,7% en 2014, 10,6% en 2015, 9,0% en 2016 y 9,7% en 2017.

Lo mismo indica el Banco de España en sus estudios, donde destaca que los cambios principales que se dieron entre 2008 y 2014 fueron en la reducción de las horas trabajadas dentro de los colectivos con salarios más bajos, lo que provocó una caída significativa de sus rentas y un aumento de la desigualdad. Respecto a la riqueza neta media por cuartiles de renta, el estudio del Banco de España muestra la caída para el 25% menos vulnerable hasta situarse en un nivel negativo en 2014 (-1.300 euros), mientras que para el 10% con más recursos, la riqueza neta media se situó en 1.295,6 miles de euros, con un crecimiento del 5% respecto en 2011.

La Fundación Foessa nos alerta de que se ha producido un aumento del 40% de las personas en situación de exclusión social más severa. La misma Fundación nos dice que nos encontramos en una sociedad más desatada, dejando colectivos cada vez más excluidos y más alejados del núcleo de integración. La Fundación calcula la exclusión severa a partir de ocho dimensiones de exclusión: empleo, consumo, participación política, educación, vivienda, salud, conflicto social y aislamiento social. En total, hay 8,6 millones de personas en exclusión social en España y 4,1 millones en exclusión social severa (el 8,8% de la población). En resumen, las dificultades para reducir la vulnerabilidad y la pobreza son especialmente intensas en los casos más severos.

… y nos alerta de las dificultades estructurales de nuestro modelo socioeconómico

El aumento de la desigualdad es una señal de alarma tanto sobre la insuficiencia del modelo de crecimiento económico como del sistema de garantía de ingresos. Los mayores niveles de desigualdad y pobreza de España y de Cataluña van más allá de las consecuencias de la crisis pasada, porque señalan unos problemas estructurales de nuestro modelo: un modelo distributivo débil, con dificultades para generar empleo estable, con salarios bajos y limitada fortaleza de las redes de protección social, agravado por una situación de emergencia habitacional especialmente intensa en nuestra diócesis. Se añaden las modificaciones de la estructura demográfica y la mayor concentración de rentas del capital.

Para evitar que la desigualdad sea crónica es necesario que el crecimiento económico esté focalizado en sectores y dinámicas que permitan también el desarrollo social, y que el crecimiento esté acompañado de una intervención pública con carácter redistributivo mucho más activa. Hay que actuar sobre la distribución y sobre la predistribución, en favor de una economía al servicio del bien común, de las personas, y una nueva ética empresarial que busque aportar valor al conjunto de la sociedad, apostando por la economía social y solidaria.

Descárgate la memoria 2018 y conoce como trabajamos para cerrar la herida de la desigualdad

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Economista. Responsable del departamento de Análisis Social e Incidencia de Cáritas Diocesana de Barcelona.

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