Con cien años recién cumplidos, Concepció aún recuerda con detalle su trabajo en Cáritas: velar porque cada semana apareciera en los periódicos el “Ventanal de la Caridad”
“Me consta su plena dedicación a Cáritas y, concretamente, su eficaz gestión al Ventanal de la Caridad” escribía el cardenal Jubany en la carta que envió a Concepció Ballvé el día de su jubilación, en 1982. Desde entonces, han pasado ya treinta y cinco años pero Concepció todavía recuerda con vivacidad su paso por Cáritas. Y es que fueron dieciocho años en que se dedicó a coordinar los casos del Ventanal de la Caridad, una publicación que aparecía semanalmente en periódicos como La Vanguardia y donde figuraban las necesidades específicas de personas atendidas por Cáritas que no podían ser cubiertas por las parroquias. Actualmente, el Ventanal aún continúa vigente: cada primer domingo de mes aparecen situaciones reales que sufren personas que viven en la diócesis de Barcelona.
El éxito de la publicación es indiscutible. En 1964, el importe recogido por el Ventanal era de 3.863.132,15 pesetas (23.217,89€). Este importe ha ido aumentando con el paso de los años y, concretamente en 2016, la publicación ha recogido 409.329,61€, que han ayudado a muchas personas que lo necesitaban.
¿Cómo surge el Ventanal?
Tras conocer todos los casos que pasaban por Cáritas, en diciembre del año 1962, Mn. Prat -director de la entidad- decidió crear el Ventanal de la Caridad para “recoger las peticiones de necesidades de mayor cuantía que no puedan ser atendidas por las parroquias”. Existían hasta ocho peticiones diferentes: desde medicamentos hasta alimentación, coches para inválidos, deudas y atraso de alquileres por enfermedad o desempleo…
Gracias a su dilatada experiencia como trabajadora social, Concepció entró a Cáritas expresamente para gestionar los ventanales. La primera publicación gratuita del Ventanal se hizo el 6 de noviembre de 1963 y apareció en seis diarios, entre ellos La Vanguardia, el único que aún mantiene las situaciones de personas atendidas por Cáritas Diocesana de Barcelona.
Confiar en Cáritas
En aquella época, el Ventanal tuvo muy buena acogida aunque, en un primer momento, las personas que hacían los donativos querían conocer a quien ayudaban. Ante esta avalancha, Cáritas decidió que debía proteger aquellos que no querían que se supiera que eran ayudados por la entidad y pidió que se confiara en la veracidad de los casos, que estaban validados por las trabajadoras sociales de cada zona: “El ventanal era para levantar a la familias, no para derrumbarlas”, dice Concepció.
La responsable del Ventanal recuerda un hombre que, en aquella época, dio 200.000 pesetas para ayudar a los casos del Ventanal, una cifra que sirvió para “levantar muchas personas” ya que nuestra intención no era “mantener a los pobres” sino darles un empujón para que salieran adelante y pudieran volar solos. Los importes de los donativos que provenían del Ventanal eran muy diversos: desde personas que cubrían un caso concreto hasta donantes que ayudaban a tres o cuatro personas a la vez. “Recuerdo una viejecita que vivía en el barrio chino y que una noche pensó que alguien no podría cenar por falta de dinero. Ella tampoco cenó para, al día siguiente, llevarnos cinco pesetas”, explica Concepció. Pero, sin duda, el caso que más la sorprendió del Ventanal fue el de una familia venida de Extremadura con tres hijos: la hija mayor necesitaba atención médica y la llevaron a la clínica Barraquer. Mientras tanto, Cáritas les ayudaba con el alquiler de un piso. “Cada mañana el padre de la familia venía a las 8h para encontrar trabajo. Después de unos días de trabajo en la misma empresa, lo hicieron fijo”, recuerda Concepció. Y añade: “La madre conoció a una viejecita que le enseñaba a coser. El problema era que no tenía máquina de coser, así que pidió dinero a Cáritas con la condición de después devolverlo. Cada mes, sin falta, venía a pagar la cuota que se había pactado. Cuando terminó de pagar toda la máquina, el mes siguiente volvió a venir e hizo un donativo por el mismo importe de la cuota mensual. Esto se prolongó durante unos años más”.
Generalmente, admite Concepció “los casos del Ventanal salían adelante”. Sin embargo, su recuerdo más vívido es el trato que recibían estas personas: “Cuando los ayudábamos se sentían personas, porque antes no tenían nada“. Con cien años, la manera de hacer ha cambiado, las problemáticas sociales también y, por supuesto, las personas atendidas. Pero la esencia se ha mantenido intacta: el Ventanal continúa “levantando” a las personas más necesitadas.