Desde la acogida y el acompañamiento tenemos el privilegio de ser testigos de las vidas de las personas que se acercan a Cáritas, y a la vez, de las situaciones de desigualdad que provoca nuestro modelo socioeconómico
Constatamos continuamente la vulneración de los derechos más esenciales de las personas:
- El derecho al trabajo. Nos dicen “Yo realmente no quiero ayuda sino sustentarme con mi esfuerzo, porque lo que yo quiero es el dinero producto de mi trabajo”. Defendemos el derecho a un trabajo decente, entendido como la oportunidad de acceder a un empleo productivo, que genere un ingreso justo, seguridad en el puesto de trabajo, protección social para la familia, buenas perspectivas de desarrollo personal e integración social, libertad para que los individuos expresen sus opiniones, se organicen y participen en las decisiones que afectan a su vida, con igualdad de oportunidades y de trato para todos.
- El derecho a la vivienda. Cada vez más personas se encuentran en situación de exclusión residencial (las que viven en la calle, las que se encuentran en alojamientos temporales, las que sufren inseguridad en la tenencia, las que viven en condiciones de hacinamiento o de insalubridad… ). Defendemos el derecho a un hogar, entendido como el lugar que te da seguridad, estabilidad, donde construir la identidad, espacio de relación y de desarrollo del proyecto familiar. Es un lugar donde poder descansar, donde mirar la vida y planificarla, donde soñar… A través del hogar podemos echar raíces en el entorno y participar en la sociedad.
- El derecho al empadronamiento. Hay municipios de nuestra diócesis que están aplicando de manera restrictiva la ley y no permiten empadronar a las personas sin domicilio fijo. Defendemos el derecho a empadronarse como puerta de acceso a otros derechos: a la participación pública, a la educación, a la asistencia sanitaria, a los servicios sociales y derechos en materia de vivienda. Si se comete la ilegalidad de impedir el acceso al padrón, se está impidiendo el ejercicio de estos derechos.
- El derecho a una alimentación saludable. Las personas que no disponen de unos ingresos mínimos y que viven en situación de precariedad y de vulnerabilidad extrema ven a menudo vulnerado el derecho a la alimentación y una alimentación saludable. Desde Cáritas defendemos que todas las personas puedan disponer de unos ingresos mínimos que les permitan vivir en dignidad.
- El derecho a ser ciudadanos de pleno derecho. Las dificultades para regularizar la situación administrativa son un obstáculo para el acceso a derechos de muchas personas. No queremos ciudadanos de segunda, y defendemos que todas las personas puedan ser ciudadanas de pleno derecho y puedan participar en la sociedad en la que viven.