El arzobispo Omella inaugura un nuevo curso de la Escuela de Formación del Voluntariado hablando, desde la experiencia del corazón, sobre la aportación de los voluntarios a Cáritas y a la Iglesia
El curso 2016-2017 de la Escuela de Formación del Voluntariado ya ha comenzado. Y lo ha hecho a lo grande, con una ponencia del arzobispo de Barcelona basada en la misericordia. Antes, sin embargo, los más de 250 asistentes que llenaban el Aula Magna del Seminario rezaron por los frutos del nuevo curso junto con Mn. Salvador Bacardit, delegado episcopal de Cáritas Diocesana de Barcelona, y escucharon la programación y la oferta de formación por parte de Jaume Casassas, responsable de la Escuela de Formación del Voluntariado.
Con una introducción basada en anécdotas y con un tono muy desenfadado y agradecido, Mons. Omella entró enseguida en la temática de la charla: “La misericordia como inspiración y motor de nuestra acción”.
Tocar el corazón del otro
“Yo, que soy un cura de pueblo, tengo dos cosas grabadas: que las dos manos de la Iglesia para dar ternura y caridad son Cáritas y Manos Unidas, por los pobres que están aquí y los que están allí”. Así comenzó el arzobispo de Barcelona su ponencia bajo la atenta escucha de voluntarios y trabajadores a los que recordó que, como ellos hacen en su día a día, hablaría desde la experiencia del corazón.
Mons. Omella los animó a no desfallecer ya que “el trabajo que hagáis llega a mucha gente y, aunque no os lo digan, les habéis tocado el corazón con su escucha y entrega generosa”. Partiendo de dos motivaciones -Jesús y el Evangelio-, la caridad debe ser una de las tres acciones evangelizadoras: la oración y la formación en catequesis la complementan, y ninguna de ellas puede
faltar en los cristianos.
Ser voluntario en el siglo XXI
Los trabajadores y los voluntarios son los que llevan el testimonio de alegría a todas las personas que ayudan. Y también la esperanza, tan necesaria hoy en día. “Sois los primeros testimonios de la Iglesia”, les recordó el arzobispo, que además les agradeció la tarea desinteresada que realizan: “Sé que este año no os han subido el sueldo (risas). Ahora, en serio… lo más bonito de todo es que hagáis un trabajo gratuitamente en un mundo de competencia basado en la economía”.
Porque, al fin y al cabo, lo que más nos aporta es la ayuda al otro: “Trabajar con los pobres hace que te plantees tu manera de vivir, tocándolos sientes la llamada para hacerte aún más pobre. De esta manera te preguntas el por qué y te das cuenta que en este mundo hay mucha injusticia. De ahí surge la denuncia firme de Cáritas”.
Por último, Mons. Omella añadió que los trabajadores y voluntarios de Cáritas “debe continuar abriendo los ojos a las pobrezas nuevas”.
Inspirado por la ponencia del arzobispo y para cerrar el acto, el director de Cáritas Diocesana de Barcelona, Salvador Busquets, admitió que “la acción de Cáritas es la acción de toda la comunidad creyente” y, en esta línea, anunció que las próximas sesiones de formación del voluntariado comenzarán con una oración.