En Cáritas Diocesana de Barcelona, el voluntariado no solo transforma vidas, también teje vínculos que traspasan edades, historias y realidades.

En esta ocasión conocimos la historia de Juliette, una joven voluntaria de 17 años que acompañó durante varios meses a Rosario, una mujer encantadora de 94 años residente en un hogar de personas mayores. Pese a su edad, Rosario irradia energía, entusiasmo y una alegría contagiosa al compartir con los demás.
Juliette nos cuenta que su labor consistía en visitar una vez por semana la residencia y compartir momentos con las personas mayores, entre ellas Rosario.

“Estos encuentros son muy valiosos para las personas mayores, pero también para las personas jóvenes como yo. Este voluntariado me ha enseñado a tener paciencia y a practicar la escucha activa, ya que a veces repiten sus historias u olvidan algunas cosas. En general, me siento muy feliz de haber participado, porque compartimos muchos momentos de risas y conversaciones“, comenta Juliette.
Uno de los recuerdos más especiales que guarda es de los días de Navidad donde “una chica cantó para todos, y bailamos y celebramos la vida. Fue muy bonito”, recuerda.
Juliette anima a la gente joven a sumarse al voluntariado: “Recomiendo realizar voluntariados como este. Al principio, aunque pienses que no es una actividad para ti, te llevas una experiencia muy valiosa y un recuerdo muy bonito.

Por su parte, Rosario describe el acompañamiento como algo “estupendo y muy agradable”: “Se agradece mucho que personas tan jóvenes quieran compartir su tiempo contigo. Hablamos de todo un poco, especialmente de cultura, que es lo que más me gusta.”
Rosario también destaca la labor de Cáritas, y considera que hacen un gran trabajo. “Es una organización que hace mucho bien a todas las personas que lo necesitan”. Juliette coincide: “La labor de Cáritas es preciosa, por todo lo que hacen por los demás, ya sean personas mayores, personas en situación de pobreza o niños vulnerables.”

