Durante el mes de julio, Cáritas Diocesana de Barcelona ha iniciado la colaboración con el Programa català de refugi impulsado por la Generalitat de Catalunya. El programa pone en común familias refugiadas acogidas por Cáritas con mentores que se han apuntado como voluntarios de la entidad
Henar, Alba, Dani y Farah son cuatro jóvenes voluntarios que han querido implicarse como mentores para acompañar una familia de refugiados sirios acogidos por Cáritas. Estos jóvenes conocieron el Programa català de refugi por las redes sociales, y nos indican que la decisión de apuntarse fue conjunta. “La situación de los refugiados – especialmente la de los refugiados sirios – la observas de lejos, pero está más cerca de lo que imaginas”, nos indica Dani. Por eso, este grupo de jóvenes decidieron dar un paso adelante e implicarse como voluntarios de Cáritas para acompañar a la familia de Aksam, una de las siete familias refugiadas que se ha prestado a formar parte de esta experiencia innovadora.
Cada grupo de mentores está formado por un mínimo de tres personas y un máximo de cinco. El número de personas que conforman los grupos va en función de los miembros que tiene cada familia con la que se realiza el voluntariado. “El voluntariado es una cuestión de intención y de actitud, nos hemos comprometido”, nos indican los jóvenes voluntarios. Aksam y su familia dicen estar muy contentos e ilusionados por esta experiencia, y esperan que con la ayuda de los voluntarios puedan aprender mejor la lengua, las costumbres y la fisonomía de nuestra casa. En este caso, la familia y los cuatro voluntarios han establecido encontrarse cuatro horas por semana, y después de cada encuentro realizarán un breve resumen para explicar cómo ha ido la sesión y qué sensaciones han tenido.
Antes de encontrarse con las familias, los voluntarios han llevado a cabo una primera sesión de voluntariado para conocer qué es Cáritas y qué significa hacerse voluntario. Cristina García, responsable del área de Servicios Corporativos de Cáritas Diocesana de Barcelona, ha querido agradecer la implicación de todos los voluntarios y la colaboración de la Generalitat de Catalunya con Cáritas en favor de las personas que más lo necesitan. Durante la formación, se ha incidido en afirmar que el voluntariado es estar al servicio de la sociedad de manera desinteresada y que, para Cáritas, la persona siempre está en el centro de la acción social.
Carles Macian, adjunto al Secretario de Igualdad, Migraciones y Ciudadanía de la Generalitat de Catalunya, nos indica que la colaboración con Cáritas se está llevando a cabo dos meses antes del inicio del programa en toda Catalunya. “Los primeros refugiados que iniciarán los encuentros con los voluntarios son los de Cáritas. En septiembre, incorporaremos al resto de familias refugiadas que se han interesado en el programa”, indica. En este aspecto, se ha querido hacer una prueba piloto con siete familias que ya cuentan con un acompañamiento como el de Cáritas, pero el objetivo es que con el inicio de curso los 1.244 voluntarios de toda Catalunya puedan iniciar su mentoría.
En todos los casos, se intenta que los voluntarios y las familias participantes tengan afinidades, ya sea en función de la edad, la formación, o las lenguas que hablen los voluntarios. “Todos los voluntarios tienen un alto grado de sensibilización, saben muy bien lo que vienen a hacer”, nos indica Macian.
Al finalizar el primer encuentro, hablamos con Assumpta y Anna, dos voluntarias que realizarán la mentoría con Elena, una chica ucraniana que llegó a Barcelona hace un año y medio huyendo de la guerra con Rusia. Assumpta nos indica que es la primera vez que participa como voluntaria con refugiados, pero que la sociedad civil de Barcelona está muy implicada en todo lo relacionado con ayudar a los demás. “Está en nuestras manos colaborar, dar parte de tu tiempo es un valor excepcional”, nos cuenta.
Esperamos que todas las experiencias que hoy empiezan tengan un futuro esperanzador. Desde Cáritas, seguiremos apoyando a todas aquellas iniciativas que trabajen en favor de la hermandad con las personas que han llegado a nuestra casa huyendo de los conflictos bélicos.
