La quinta charla del Ciclo de reflexiones en torno a la experiencia del voluntariado bajo el título “Caminando de puntillas sobre tierra sagrada. El acompañamiento de personas en riesgo de exclusión social”, fue impartida por el nuevo jefe de Acción Social de Cáritas Diocesana de Barcelona, Eduard Sala, también profesor de la Facultad de Educación Social y Trabajo Social Pere Tarrés.
“Todo lo que realmente necesito saber lo aprendí en el parvulario”. Con el título de un libro de Robert Fulghum, Eduard Sala inició una sesión dinámica, emocionante y llena de valores, sobre el significado del acompañamiento: “Todos los que acompañamos a personas en riesgo de exclusión social hemos desarrollado nuestra tarea desde esta mirada, teniendo como base todo lo que aprendimos en el parvulario; compartirlo todo, jugar limpio, no hacer daño a nadie, pedir perdón, no decir mentiras, estrechar manos y no aislarnos”.
Acompañar es “pisar tierra sagrada de las personas que acogemos”. Eduard Sala, cogió su mochila y sacó una serie de objetos imprescindibles que llevamos con nosotros mientras caminamos por la vida. Con esta metáfora, quería hacer referencia a aquella mochila invisible que todos llevamos en la espalda, en la que no falta la comida, el agua, la linterna, las piedras y una nariz de payaso. La comida en la mochila invisible son los recursos, lo que nos ayuda a seguir adelante, competencias y habilidades propias que nos ayudan a vivir, “personas luz” que han sido referentes positivos, que han confiado en nosotros y siempre han estado presentes. En segundo lugar, encontramos una cantimplora, la reserva de agua que tomamos cuando tenemos sed y que depende mucho de cómo la vemos, media vacía o media llena. Pero, lo que es verdaderamente importante según Sala, es conocer el camino a la fuente cuando el agua se acabe. Nos tenemos que plantear tres preguntas: ¿Qué es agua para nosotros? ¿De qué tenemos sed? ¿Dónde está nuestra fuente?.
En tercer lugar, encontramos una linterna, para ver cuando estamos en un pozo o en un túnel profundo y no vemos. Pero también sirve para pedir ayuda cuando nos sentimos solos y no sabemos dónde ir. Pero es tan importante tener una como saber dónde tenemos que ir a cargar la batería cuando la batería se haya agotado. Las piedras también están en nuestras mochilas, todo lo que somos y que no nos gusta ser, competencias que no tenemos, recursos de los que no disponemos, malas experiencias y aquellos que no han confiado en nosotros. Tal y como dijo Sala, “las piedras que más pesan son las que nos ponemos nosotros mismos” y tenemos que aceptar que no todo depende de nosotros. Para hacer frente a estas piedras, en nuestra mochila es imprescindible el humor, eso que nos ayuda a posicionarnos más positivamente ante la vida. Debemos tener la capacidad de entender que no todo es un examen.
Teniendo en cuenta que las personas que acompañamos llevan “mochilas demoledoras”, nuestra tarea es hacerles sentir nuestra presencia respetuosa, “sólo estar, sin preguntar qué llevan en su mochila”, señaló Sala. “El acompañamiento comienza con la aceptación incondicional del otro”, sin prejuzgar y respetando su propio camino y ritmo. Acompañamos en la búsqueda del sentido de la vida y esto implica generar espacios donde puedan plantearse ellos mismos sus preguntas y descubran sus respuestas. Tenemos poder sobre la vida de los demás, y por esta razón, debemos saber escuchar, hablar poco y tener cuidado para no hacer daño. Acompañar debe tener sentido, sea cual sea el resultado, y si somos significantes o no, lo decidirá la persona a la que acompañamos.
En definitiva, lo más importante para desarrollar nuestra tarea es tener corazón, amar, “ser acompañantes desde el amor y para el amor”. Y con esta reflexión concluyó la sesión a la que asistieron más de 100 voluntarios y voluntarias que podrán poner en práctica todos los conocimientos y recomendaciones que Eduard Sala ha puesto a su disposición.