A través de 16 plazas residenciales y un equipo profesional presente durante las 24h del día, Cáritas ofrece un espacio donde iniciar un proceso de recuperación personal, emocional y relacional, así como un seguimiento intensivo hasta el cumplimiento definitivo de la condena
Este sábado, la casa de acogida Pere Oliveras ha celebrado su quinto aniversario. El proyecto, inaugurado el 24 de marzo de 2019, da respuesta a hombres que se encuentran en proceso de reinserción penitenciaria. Por medio de 16 plazas residenciales y un equipo profesional presente durante las 24h del día, Cáritas ofrece un espacio donde iniciar un proceso de recuperación personal, emocional y relacional, así como un seguimiento intensivo hasta el cumplimiento definitivo de la condena. La casa de acogida está situada junto a la Parroquia de Santa María de Sants y lleva el nombre de mosén Pere Oliveras, una figura muy arraigada en el barrio de Sants por su trabajo con personas en riesgo de exclusión social.
La casa de acogida da respuesta a internos en segundo grado, tercer grado o en libertad condicional que cuentan con permisos para salir de prisión. “Las personas que pueden disfrutar de permisos necesitan un domicilio al que ir. En muchas ocasiones, no disponen de una red familiar que pueda acogerlas, y tampoco con un hogar o ingresos para disponer de una vivienda. En estas situaciones, las personas pueden decidir, voluntariamente, venir a Pere Oliveras”, explica Lourdes Ginestà, responsable de los servicios de acogida para personas en reinserción de Cáritas Barcelona. La mayoría de los que llegan están una media de 40 días, aunque hay hombres que residen allí durante más tiempo, hasta su libertad total.
“El nuestro es un trabajo desde la vida cotidiana, desde la comunidad. Las personas necesitan un acompañamiento para hacer frente al impacto que supone volver a estar en contacto con la sociedad tras el paso por la cárcel. Desde este proyecto trabajamos para que tengan una total autonomía en el momento de la salida definitiva”, afirma Ginestà. Desde 2019 han pasado 370 personas por el proyecto, y durante 2023 se ha dado respuesta a 133 hombres de entre 23 y 80 años. De ellos, casi la mitad son de nacionalidad española, aunque durante el último año han pasado personas de hasta 25 nacionalidades distintas.
Un acompañamiento integral
Cuando la persona decide entrar en la casa de acogida, empiezan a trabajarse todos los hábitos de la vida cotidiana. “Les explicamos cómo moverse por una ciudad que ha cambiado desde que entraron en prisión, pero también trabajamos la búsqueda de trabajo, cómo elaborar el currículum o cómo mejorar aspectos del ámbito relacional, entre otros”. Cuando la persona ya está preparada para tener un trabajo y mantenerlo, se empieza el acompañamiento en la búsqueda de vivienda.
A pesar de este acompañamiento integral, Cáritas constata que todavía existen estigmas y prejuicios sobre las personas que se encuentran o se han encontrado en situación penitenciaria, lo que dificulta sus posibilidades de reinsertarse en el mercado laboral ordinario y en la sociedad. En el caso de las personas en reinserción penitenciaria que Cáritas acompaña, casi 3 de cada 4 se encuentran desempleadas.
A esta dificultad se le suma el reto de encontrar una vivienda de alquiler asequible, lo que se hace casi imposible en una ciudad como Barcelona. “Incluso para alquilar una habitación les piden un dinero de entrada y unas condiciones que son inalcanzables para la mayoría de ellos”, dice la responsable del proyecto.
Sin embargo, 9 de cada 10 personas que han pasado por Pere Oliveras manifiestan estar satisfechos con el apoyo recibido por parte de Cáritas, y la mayoría afirman que les ha permitido disfrutar de un espacio privado donde vivir, formar parte de la vida comunitaria del barrio, recibir atención psicológica, mejorar su empleabilidad o contar con un asesoramiento en materia de vivienda, entre otros.
La casa de acogida Pere Oliveras, junto con el proyecto Llar Betània forman parte de los servicios de acogida para personas en reinserción de Cáritas Diocesana de Barcelona. En el caso de Llar Betània, ofrece el mismo acompañamiento que Pere Oliveras, aunque el proyecto está destinado a la atención de mujeres en proceso de reinserción. Desde su inicio en 2012, Llar Betània ha acompañado a 206 mujeres. Hasta el día de hoy, ambos proyectos llevan acompañadas a 576 personas. Estos dos proyectos forman parte de las 2.000 plazas que Cáritas Diocesana de Barcelona ofrece al conjunto de la diócesis, a través de pisos unifamiliares, pisos compartidos y centros residenciales.
“Proyectos como Pere Oliveras o Llar Betània son únicos en el conjunto de Catalunya, y nos demuestran que un modelo de ejecución penal centrado en la reinserción social y laboral es posible. Es necesario continuar promoviendo medidas de cumplimiento alternativas para favorecer que estas personas, después de haber estado en prisión, puedan volver a formar parte de la sociedad. Es esencial que el Departamento de Justicia de la Generalitat de Catalunya promueva más recursos como estos”, ha concluido Ginestà.
Para celebrar el cumpleaños del proyecto, se ha oficiado una eucaristía en la Parroquia de Santa María de Sants, se han soplado las velas y se ha ofrecido un refrigerio a todas las personas asistentes.