El pasado viernes, conocimos las historias de Isabel y María Elisa. Hoy os presentamos el relato de Marwan y Ramón, dos residentes más de Almeda que muy amablemente se han prestado a contarnos sus vivencias y preocupaciones.
“Aquí estoy muy bien, pero los problemas de cada uno continúan”
Marwan es sirio. Llegó a Barcelona con veinte años para estudiar radiotelegrafía, y la mayor parte de su vida la ha dedicado a trabajar con la marina mercante. Desgraciadamente, su vida se truncó cuando sufrió un infarto, lo que supuso la incapacidad laboral. “Con la pensión de invalidez no tenía suficiente para vivir. En muchas ocasiones dormía en pensiones o incluso en la calle”, dice. Una noche, Marwan fue a Cafè Just para cenar, y los voluntarios de Cáritas conocieron su caso. “Cuando Cáritas fue conocedora de mi situación me facilitó una vivienda donde vivir, se han portado muy bien conmigo.”
Desde aquel día, Marwan vive en Almeda y lleva una vida tranquila. “Salgo a diario a dar una vuelta, a por el periódico o veo la televisión. Este es un lugar apacible, ya que está alejando de los ruidos de la ciudad”. Sin embargo, Marwan se muestra preocupado por la situación de su hijo, ya que hace un tiempo que no encuentra trabajo. “Aquí estoy muy bien, pero los problemas de cada uno continúan. La situación de mi hijo es como la de muchos otros jóvenes, y creo que se necesita más apoyo del gobierno hacia la juventud”. Sin embargo, Marwan afirma que “si no fuera por Cáritas, el país estaría mucho peor”.
Despidiéndonos, le preguntamos sobre su relación con el resto de residentes de Almeda y nos indica que convivir con otras personas siempre es complicado. “Los residentes de Almeda no somos una familia, pero agradezco la compañía y llevar mi vida con facilidad”, concluye.
“El Barça es una de las pasiones que aún vivo con interés”
Ramón es el residente más reciente de Almeda. Hasta hace dos meses vivía en un piso compartido de Cáritas situado en el barrio de Sants. Cuando empezamos a hablar de cómo se encuentra en Almeda nos cuenta que aún no lo sabe muy bien.
Indagando sobre su vida, Ramón relata que es originario de Sant Celoni, y que ha trabajado de mecánico, de albañil, de jardinero y hasta de basurero. “Toda mi vida he estado arriba y abajo. He hecho de todo”. Ramón ha vivido en Barcelona, Sant Cebrià de Vallalta, Moncada y ahora en Cornellà. “Cuando era joven hacía mucho deporte. Incluso participaba en maratones que se organizaban por toda la ciudad de Barcelona.” En su opinión, la Barcelona de antes era mejor, y había más ambiente. “Ahora todo es más o menos igual, no hay el sabor de antes. Aún recuerdo cuando iba a los chiringuitos de la Barceloneta, era todo un espectáculo”, explica.
Aficionado al Barça, Ramón afirma conocer todas las alineaciones del equipo. “El Barça es una de las pasiones que aún vivo con interés, antes iba cada domingo al campo”, dice.
Al preguntarle cómo conoció Cáritas argumenta que nunca ha contado con un trabajo fijo ni con un apoyo familiar, y que esta situación lo llevó a malvivir y dormir en la calle. En esta difícil tesitura, Ramón decidió ir a Cáritas. “Fui a Plaça Nova y allí me abrieron las puertas. En unos inicios viví en una casa de Sants con seis personas más, y recientemente vivía en un piso con otra persona.” Como indicamos al inicio, desde hace dos meses vive en Almeda.
Sobre su día a día nos comenta que intenta ir a Barcelona frecuentemente, ya que conoce mejor la ciudad y allí se distrae más. Al preguntarle sobre su estancia en Almeda, nos explica que está contento, pero que de momento el resto de residentes no le han dicho nada. “Voy haciendo, poco a poco”, afirma.
La valoración de los profesionales
Tras conocer las historias de algunos de los residentes de Almeda, hemos querido hablar con las personas de Cáritas Diocesana de Barcelona que gestionan el centro.
Ana Falcón, trabajadora social de Cáritas nos cuenta que muchas de las personas que viven en Almeda provienen de situaciones de exclusión social. “Son personas que probablemente se encontrarían en situación de sin hogar”, afirma.
Actualmente en el centro residen 21 personas distribuidas en 19 pisos, y está gestionado por tres profesionales que se encargan del trabajo diario con los residentes.
Juan, responsable del centro, cree que es muy importante fomentar el respeto y la convivencia de los residentes de Almeda. Esta convivencia se fomenta mediante actividades grupales como son celebrar la Castañada, la Navidad o meriendas conjuntas y asambleas vecinales. Advierte, sin embargo, que también hay que marcar unas normas y establecer sesiones grupales para resolver los conflictos que se puedan ocasionar. “Aquí les podemos hacer un seguimiento individualizado, lo que agradecen mucho”, nos cuenta. Además, Almeda se coordina con muchos organismos públicos y privados que facilitan la vida a los residentes mediante actividades como la alfabetización digital, un huerto urbano, la dinamización cultural, etc.
En relación a la convivencia de los vecinos y vecinas de Almeda, Juan nos indica que hay un buen clima entre los residentes, y que en la mayoría de los casos valoran muy positivamente el recurso de Cáritas Diocesana de Barcelona.
Preguntando sobre los perfiles de personas que viven en Almeda, Anna Falcón explica que el perfil ha ido cambiando con los años. En un inicio, las personas mayores acudían a Cáritas por falta de recursos, la vejez o la soledad. Hoy en día, sin embargo, hay otras problemáticas que les afectan como las relaciones familiares, y por eso es muy importante hacer mediación con los familiares de la persona. “Hay personas que sostienen historias y situaciones muy duras y hay que hacer todo lo que esté en nuestras manos para mejorar su situación”, concluye Ana.