Desde finales del año pasado, Premià de Mar cuenta con el proyecto Resivol de Cáritas Diocesana de Barcelona, un voluntariado que consiste en acompañar a personas mayores que viven solas en residencias
Natalia y Núria son voluntarias de la Cáritas Parroquial de Premià de Mar, y cada martes hacen compañía a Pepe e Isabel, dos personas mayores del Casal Benèfic Premiarenc.
Núria lleva más de veinte años vinculada a la Cáritas Parroquial de Sant Cristòfol de Premià de Mar. “Me inicié como voluntaria del proyecto Resivol a finales del año pasado. Antes dedicaba mi tiempo a repartir alimentos”, explica. Núria visita a Isabel una vez por semana durante dos horas y afirma ser muy privilegiada de compartir ratos agradables con ella.
La sonrisa de Isabel lo dice todo. “Núria es una compañera muy bonita”, expresa. Durante las visitas semanales, Núria e Isabel hablan de la vida, ordenan cosas y confiesan que “a veces comemos chocolate”, dicen entre risas. Isabel es hija única, y desgraciadamente no tiene familia cercana que pueda visitarla. Su madre era modista, y ella se dedicó al oficio toda la vida. “En el pueblo me decían que yo era la mejor, y lo cierto es que aprendí costura en una casa de moda de Barcelona”, relata Isabel. La soledad es una problemática muy extensa en los ancianos, y de ahí que el voluntariado de Núria sea tan importante.
Después de hablar con la Isabel, hablamos con Pepe, un señor de 92 años que también vive en el Casal Benèfic Premiarenc y que tiene como voluntaria a Natalia.
“Me alegra mucho que Natalia venga cada semana, su compañía es una maravilla”, nos cuenta. Pepe es de Almería, y vino de joven a trabajar en Badalona. “Dediqué toda mi vida a reparar e instalar calderas. He recorrido toda España y Europa, ya que en casa éramos tres y había que tirar adelante”.
A diferencia de Isabel, Pepe tiene una hija, pero por motivos de salud a ella se le hace difícil poderlo visitar. Por eso Pepe recibe la visita semanal de Natalia y, entre otras cosas, pasean. “Pasear hasta el parque es muy bonito, un día fuimos lloviendo”, nos relata en Pepe.
Cuando preguntamos a Pepe e Isabel sobre la compañía de las voluntarias de Cáritas coinciden en decirnos que están muy contentos y agradecidos. “Estas dos voluntarias me quieren, y con 92 años es una de las cosas más bonitas que puedo decirle”, cuenta emocionado Pepe. Las voluntarias afirman que la estimación es mutua, y que han tenido mucha suerte con Pepe e Isabel. “Son muy amables y afables, disfrutamos mucho con los ratos de compañía”, dice Nuria.
Cuando preguntamos al rector de la parroquia de Sant Cristòfol de Premià de Mar sobre el voluntariado de Cáritas en el pueblo, nos indica que una de las funciones de la Iglesia es responder a las necesidades sociales de cada municipio. “La acción de Cáritas siempre será necesaria -dice-, y gracias a los casi veinte voluntarios de la parroquia hacemos una gran labor”, concluye mosén Gimeno.