Ya hace tiempo, en 1998, nuestros caminos se cruzaron en Cáritas Diocesana de Barcelona. llegaste como directora, sin pompa, con sencillez, sola, andando por las oficinas de Plaza Nueva con la mirada ancha y abierta.
Tuve la oportunidad de conocer de cerca la gran persona has sido. Nada de lo que afectaba las personas, sobre todo su sufrimiento, te resultaba ajeno. Ibas a los diferentes locales, a lo largo de todo el territorio de la diócesis y escuchabas seriamente las dificultades, dudas y propuestas. Animabas a buscar soluciones, a hacer equipo. Te acercabas con naturalidad, tenías confianza en las personas, defendías que todo el mundo puede llegar a aprender más y siempre delegabas las tareas con facilidad.
¿Sabes? Me sorprendió y a la vez me gustó ver que rehuías el protagonismo, los aciertos los vivías como el resultado de un esfuerzo colectivo, no necesitabas que hablaran de ti, centrabas la conversación en las personas y especialmente en las más débiles. Persona fiel, respetabas los compromisos adquiridos y siempre mantenías tu palabra.
¡Qué firmeza y coraje demostrabas al defender las injusticias! No tenías miedo de decir en voz alta y clara lo que se debía hacer a pesar de la resistencia, tanto interna como externa de la institución. Has sido una mujer luchadora. No te dejaste vencer por las dificultades. Defendías los derechos de las personas migradas, de las mujeres que sufrían violencia de género, de toda persona que no tenía las necesidades básicas cubiertas. Y a la vez, nos decías, teníamos que luchar contra las causas que generan las situaciones de desigualdad, romper la cronificación de la pobreza.
Así, nacieron diferentes proyectos en Cáritas, para dar respuesta a todos estos retos. Tu paso por la institución no pasará desapercibido, has dejado una impronta especial.
Más adelante, siete años después de tu llegada a Cáritas Barcelona, te pidieron que asumieras la presidencia de Cáritas Española y no dudaste en responder que sí a pesar del esfuerzo que tenías que hacer a nivel personal. El traslado algunos días de la semana a Madrid te alejaba físicamente de tu familia que para ti era muy importante. Tu marido, tus hijos y nietos los tenías muy presentes a pesar de las horas de trabajo que dedicabas a la institución.
No me resultó nada extraño cuando nos explicabas que antes de todo esto, tu activismo político te llevó, preocupada por las mujeres de barrios humildes que no entendían la situación social y política en la cual vivían, a ir a su casa, si hacía falta puerta por puerta, o en la calle, para explicar con lenguaje entendedor las propuestas que ofrecían los diferentes partidos políticos y como afectaba el voto de estas mujeres a su vida. Conseguiste animarlas a ir a votar, les hiciste sentir importantes, sus decisiones tenían repercusiones.
¡Gracias, Núria, por tu vida y tu ejemplo!