Josep Oliver Alonso (Girona, 1946) es catedrático emérito de Economía Aplicada en la Universitat Autónoma de Barcelona (UAB). En su trayectoria académica destacan los estudios que ha realizado sobre economía catalana y española. El profesor Oliver atiende a Cáritas Diocesana de Barcelona para analizar la situación económica actual y los retos de futuro
“Estamos pasando por una policrisis, un fenómeno económico que afecta a la mayoría de los países desarrollados, y que se produce por una combinación de factores como el cambio climático, el peso creciente de la inflación, la polarización política y social, las tensiones geoeconómicas o la crisis de materias primas, entre otras”. Este cambio de paradigma, según Oliver, supone que el mundo económico que conocemos ha entrado en una profunda transformación.
Oliver afirma que la inflación no es un fenómeno nuevo de 2022, puesto que en enero de 2021 los precios de los alimentos ya aumentaron un 8%. En este sentido, explica que el problema de la inflación no son los alimentos o la energía, sino la inflación subyacente, que se sitúa en el 7%. “Uno de los colectivos que más está notando la subida de precios son las personas que tienen una hipoteca variable, ya que los tipos de interés que marcan los precios de estas hipotecas acabarán subiendo al 4%”, augura Oliver.
Respecto a las políticas llevadas a cabo por los gobiernos europeos, hasta ahora han sido expansivas, aumentando el gasto público para intentar mitigar los efectos de la inflación. Sin embargo, Oliver advierte que la Comisión Europea aplicará políticas restrictivas a partir del año 2024, con el objetivo de reducir el déficit anual que generan los países. En el caso de España, la deuda pública se sitúa en el 115% del PIB, aunque el crecimiento del PIB español en el último trimestre del año 2022 ha sido de un 1,5%, creándose más de 200.000 puestos de trabajo.
Sin embargo, el catedrático emérito advierte que la economía española no puede sostenerse en trabajos caracterizados por sueldos bajos, y que habría que aumentar la productividad de los trabajadores. Preguntado sobre el futuro de la economía española, cree que, para mantener ese ritmo de crecimiento y unas pensiones dignas, serán necesarios otros 3 millones de inmigrantes en los próximos 10 años. En caso de que esto no ocurra, en 2040 habrá una pérdida de más de 7 millones de habitantes en el conjunto del estado.
Por este motivo, opina que debería promoverse la contratación de personas migrantes en origen, pero también fomentar políticas natalistas basadas en ayudas económicas o exenciones fiscales. “Las familias no tienen hijos por cuestiones económicas. Esto es crítico, no tenemos políticas de sostenimiento de las familias, y faltan acciones concretas para mejorar la conciliación laboral y familiar. En otros países, el coste de tener un tercer hijo es 0 hasta los 18 años”.
Una pobreza cronificada
“Uno de los mayores problemas que tenemos es que un 25% de las familias del conjunto del estado viven en situación de pobreza. Esto se debe, en gran medida, a la falta de oferta de alquiler, y como esto aumenta los precios para alquilar un piso”, dice Oliver. Para resolver esta cuestión, es necesario aumentar las ayudas directas a familias vulnerables para pagar la vivienda, y debe ampliarse urgentemente el mercado de alquiler social, ya que solo un 2,5% del parque de viviendas en España es de carácter social, cuando la media de la UE es del 9,3%. En este aspecto, Oliver cree que entidades como Cáritas “hacen un servicio que el país necesita”, pero que nunca debe ser sustitutorio de las responsabilidades de la administración. “Son los gobiernos los responsables de implementar políticas públicas, la función de las entidades sociales debe ser complementaria”, dice.
Finalmente, realiza algunas pinceladas sobre la irrupción de la inteligencia artificial. Para Oliver, la implementación de esta nueva herramienta dependerá de su aceptación social. “Es la primera vez que un cambio tecnológico de estas características tiene una incidencia en las clases medias o medias altas, y afectará a puestos de trabajo que hasta ahora habían quedado preservados de grandes cambios tecnológicos. La pregunta que debe hacerse es si estos cambios serán sustitutivos del trabajo o complementarios de los puestos de trabajo”, reflexiona.