Las personas en situación de sin hogar tienen derecho a la movilidad y al transporte público, ya sea para llegar a un comedor social, a un servicio de duchas o a su puesto de trabajo
Todo ser humano necesita desarrollarse y descubrir el entorno en el que vive, entendiendo la movilidad y la capacidad de desplazarse como un elemento intrínseco de la vida. Se hace presente en lo cotidiano, cuando necesitamos movernos para poder ser, encontrarnos y vivir.
Las personas que viven en la calle se mueven para sobrevivir, a menudo deambulando sin rumbo ni destino. Su movilidad está marcada por los factores hostiles de la calle y las formas de control social que las empujan a buscar cobijo y andar para encontrar un lugar donde descansar. Sin embargo, su capacidad de desplazarse está estrechamente relacionada con los medios de los que disponen.
La dificultad para acceder a cualquier transporte acaba siendo un obstáculo para llegar donde se encuentran los servicios básicos y recursos, buscar trabajo o verse con amigos y familiares.
La falta de medios para moverse, más allá del fenómeno del sinhogarismo, ha sido identificado como un factor que contribuye a la exclusión social. En un contexto en el que se asumen altos niveles de movilidad para toda la población, no alcanzarlos supone una barrera para participar plenamente de la sociedad y lograr una vida digna.
El acceso al transporte es también un factor determinante para la salud, ya que toda limitación en el movimiento impide la conexión con los servicios sanitarios en momentos de urgencia.
El contexto vital de la persona en situación de sin hogar y la proximidad al transporte público acabará determinando su vinculación y predisposición a salir a delante y vincularse a entornos que le brinden oportunidades residenciales, sociales y laborales.
El autobús, el metro, el tren, la bicicleta e incluso el coche se utilizan para satisfacer las necesidades de nuestro día a día. Cuando no podemos disponer de ellos, las oportunidades se ven empequeñecidas. Transportarse acaba siendo esencial para establecer y mantener el vínculo con las entidades o entes públicos que pueden ayudarnos a iniciar procesos de acompañamiento y salida de la calle.
Es por todo ello que la proposición de Ley de medidas transitorias y urgentes para erradicar el sinhogarismo reconoce la importancia de la movilidad como una cuestión fundamental. No se pueden garantizar los servicios contemplados por el redactado como la consigna, la lavandería o la ducha sin garantizar que cualquier persona pueda llegar hasta ellos.
