La movilidad humana forma parte del ser humano. Las personas nos desplazamos por el mundo desde el principio de los tiempos
Viajar, visitar otros lugares, siempre abre la mente y el corazón, tanto de los que se van como de los que reciben al visitante. Sin embargo, en muchas ocasiones, las migraciones se producen por necesidad. Muchas personas se ven forzadas a marcharse de sus lugares de origen porque les resulta imposible vivir con dignidad. ¿Cuáles son las razones por las que ocurre esto? ¿Qué se encuentran estas personas por el camino?
La mayoría inicia viajes muy largos, inciertos, en ocasiones peligrosos, a veces con muchas paradas en las que se piensa que se ha llegado al final, para descubrir más tarde que no, que hay que hacer la maleta de nuevo. Otras veces permanecen en campos de refugiados durante años, manteniendo la esperanza de otra vida en otro lugar o de regresar a sus hogares algún día. Pero también son muchas las esperanzas y sueños rotos que quedan atrás al iniciar el viaje, siendo la pérdida y el desarraigo sus compañeras habituales.
Encontramos, por otro lado, personas y familias que llegan al final del camino, y deciden echar raíces y construir una nueva vida. Requiere un gran esfuerzo porque implica aprender un idioma nuevo, conocer códigos culturales distintos, cuidar de no perder la propia identidad, hacer amistades.
Integrar en la comunidad
Este es el caso de Abdoulaye, que llegó procedente de Mali en una patera que había salido de Nouadibou (Mauritania) con 56 chicos más. Había visto en la televisión la promesa de un mundo sin pobreza, donde cualquiera puede tener cualquier cosa que desee quiso cumplir su sueño europeo: “Lo ves en la tele. ¡Buah! Piensas que te cambiará la vida. Piensas que una vez estés aquí, tendrás dinero, tener casa, tendrás coche… Que una vez estés aquí lo tendrás todo”.
Y costó: un centro de internamiento, casas ocupadas, habitaciones de realquiler, soledad y trabajo duro y mal pagado… Pero al final lo consiguió. Gracias a su fuerza y su optimismo y al servicio de inserción laboral de Cáritas, Feina amb Cor, hizo un curso de hostelería y ahora tiene un buen trabajo, ha formado una familia.
Ahora, este joven es un ejemplo de integración: habla catalán, participa activamente de la vida de su comunidad y ya sólo pasa por Cáritas a saludar.
Enriquecimiento doble
Los países que abren sus puertas a personas migrantes y refugiados también se enfrentan a cambios que, en realidad son positivos. En el encuentro con el otro se comparte lo que se es: experiencias de vida, formas diferentes de entender el mundo y de comunicarse con las personas.
Te invitamos a mirar el mundo para conocer la realidad invisible de tantas personas, y que esto nos ensanche el corazón para acogerlas, compartir y celebrar la vida como familia que somos.