“La experiencia de cruzar fronteras está llena de extorsiones continuas, de asaltos, secuestros, etc.”. De esta forma, el responsable de Programas de Cooperación en la Fundación Entreculturas, Javier Urrecha, comenzaba la charla organizada el 6 de julio en el marco de la exposición Somos migrantes (hasta el 30 de agosto en el Caixaforum Barcelona). Urrecha ha puesto el énfasis en el drama que viven las personas que viven en México y que quieren emigrar a los EE.UU. y, en este sentido, ha recordado: “sólo un 15% del millón de personas mexicanas y de las 300.000 centroamericanas que intentan cruzar cada año esta frontera lo consigue”.
Urrecha ha subrayado que, en este tramo del viaje migratorio, es importante poner en valor “la esperanza de la hospitalidad y de las personas que se organizan”. Y ha concluido su intervención afirmando que “tenemos que trabajar en las causas de la Migraciónn para que la gente no tenga que huir”.
Por su parte, Cristina Manzanedo, responsable de Incidencia del Servicio Jesuita a Migrantes, ha recordado que “hay 60 millones de personas refugiadas y desplazadas. Hace 10 años éstas eran 37 millones. Sólo 1 de cada 10 llega a Europa”. En relación a las personas inmigrantes que cruzan la Frontera Sur (en Melilla) ha afirmado: “Sólo llegaron 7.500 personas el año pasado, más de 3.000 procedían de Siria (en Italia más de 100.000)”.
En este sentido, Manzanedo ha querido subrayar que “vivimos en un mundo globalizado en relación a algunas cosas y en un mundo con vallas para muchas personas”.
Las fronteras invisibles
Imma Mata, responsable de Migraciónn de Cáritas Diocesana de Barcelona, ha hablado de las fronteras invisibles, que las sufren “los y las migrantes, independientemente de la situación legal” y ha explicado que éstas “hacen referencia al rechazo que sufren muchas de estas personas”. En este sentido, Mata ha puesto el ejemplo de una mujer catalana casada con un hombre africano que fue testigo de cómo los prejuicios y los estereotipos obstaculizan la buena convivencia de las personas:“Esta chica me explicaba cómo paseando por Barcelona con su marido una señora que iba por ante ellos reaccionó agarrando con fuerza el bolso cuando vio a su compañero, negro”. La responsable de Migraciónn de Cáritas también ha querido poner el énfasis en el hecho de que “una persona se siente integrada en el país en función de cómo se integró a sus abuelos. Este hecho es fundamental para nuestra convivencia, para la cohesión social”.
A la charla del Caixaforum en el marco de la exposición Somos migrantes también ha participado Ousman Sall, que lleva diez meses en el Estado español, donde llegó después de cruzar con una barca hinchable y remando. Sall ha impactado a las persones asistentes a la charla con la contundencia del relato de su viaje por mar a Europa: “Emigrar se parece a la muerte, dejas tu vida atrás y no sabes nada más del pasado. Es una prueba muy dura”.
Ousman accedió al Estado español vía Tarifa, pero la Frontera Sur también tiene otra cara, la de la valla que separa el continente africano con Europa (conocida como el Muro de la muerte), en Melilla. Ésta tiene seis metros de altura y está revestida por hojas afiladas.
Actualmente, en el mundo son más de 40.000 las personas que, desde el año 2.000, han perdido la vida buscando oportunidades de futuro mejores en países del Norte. Esta cifra es de 3.000 (desde enero de 2014 hasta septiembre) en el caso de las que intentaron llegar a Europa desde el Mediterráneo, la vía más peligrosa. El hambre, la falta de oportunidades y los graves conflictos que sufren en sus países de origen las empujan a huir.