En Cáritas trabajamos desde un enfoque de derechos humanos y eso significa que acompañamos a las personas para que puedan acceder de una forma real y efectiva y que puedan reivindicarlos cuando no tienen acceso. ¿Pero cómo lo hacemos cuando hablamos de niños, niñas y adolescentes?
Lo primero que debemos tener presente es que los niños y adolescentes son sujetos de derecho y esto significa que han podido acceder a sus derechos por sí mismos y no como subsidiarios de los derechos de sus progenitores o cuidadores. En nuestro día a día acompañando a niños, niñas, adolescentes y sus familias nos encontramos en casos paradigmáticos de los que esto no siempre es así. Un ejemplo claro es cómo la dificultad de acceso de los progenitores en algunas poblaciones del área metropolitana de Barcelona al padrón municipal, condiciona el acceso de sus hijos a algunos derechos básicos. Es el caso del acceso a la atención sanitaria porque no pueden acceder a la tarjeta sanitaria y, por tanto, a un seguimiento pediátrico normalizado. Otra situación de la que estamos siendo testigos desde nuestros puntos de atención es el retraso, por el mismo motivo, en la asignación de plaza en el sistema educativo a los niños de reciente llegada. Este retraso puede comportar en algunas ocasiones la pérdida de un curso académico y retrasa también el proceso de integración social del niño.
Otro aspecto limitante de los derechos de los niños lo captamos cuando sus progenitores se encuentran en situación administrativa irregular, hecho que condiciona el acceso a los derechos también de los niños, como por ejemplo el acceso a la vivienda o el acceso a regularizar la su propia situación administrativa en el país.
Estas situaciones que exponemos son provocadas por la carencia de “perspectiva de infancia” en las políticas públicas. Recordemos que ante cualquier iniciativa, legislación o decisión deberíamos preguntarnos si realmente tiene en cuenta “el interés superior del niño” recogida en la convención de los derechos del niño. También deberíamos promover la participación de los niños, niñas y adolescentes en todo lo que tiene unas repercusiones en su vida.
Pero éste no es el único aspecto que condiciona que los niños y adolescentes que viven situaciones de vulnerabilidad social puedan disfrutar de sus derechos de forma efectiva. Muchas veces acceden a ella, pero no lo hacen con las mismas oportunidades que el resto de niños y adolescentes. La educación, el acceso al ocio educativo, la vivienda, la cultura, el juego, se ven muchas veces condicionados por la situación socioeconómica de las familias y esto en un contexto en el que el 29,3% de los niños y adolescentes se encuentran en riesgo de pobreza según datos del último informe del Síndic de Greuges sobre la situación de los derechos de los niños.
Ante esta situación, desde Cáritas nos ponemos junto a los niños, adolescentes y sus familias para:
- Proponer que se tenga en cuenta la perspectiva de infancia y la participación de los niños, niñas y adolescentes en las iniciativas legislativas y las políticas públicas.
- Reivindicar políticas de apoyo a la familia que mitiguen esa desigualdad de oportunidades en el acceso a algunos derechos.
- Acompañarlos en sus procesos educativos desde los proyectos de atención específicos para niños, adolescentes y familias.
- Promover la cultura de la participación tanto a través de las asambleas de niños en nuestros proyectos como en los procesos de trabajo comunitario.
