Los niños del Centro Abierto Glamparetes aprenden, a través del ‘Paddle Surf’, a cooperar y relacionarse con otros compañeros y a gestionar situaciones de la vida cotidiana
En la vida, hemos escuchado en numerosas ocasiones que no importan las veces que caigamos porque lo importante es levantarse. Los niños del Centro Abierto Glamparetes han puesto este dicho popular en práctica durante todo el curso gracias al Paddle Surf.
Cada tarde, después de clases, unos veinte participantes de Glamparetes -junto con dos educadores sociales- caminan hasta la playa de la Barceloneta, más concretamente hasta el club Patio de Vela, para aprender -mediante metáforas- algunas lecciones de vida. Mientras recorren el paseo marítimo, van desayunando una fruta o un bocadillo de manera que se les garantice una comida diaria. Cuando llegan, les espera uno de los monitores de la actividad y, como cada martes -es una actividad semanal-, les recuerda que primero se debe hacer refuerzo escolar. Los deberes por delante del ocio.
Ya tienen una sala preparada: tres mesas y una veintena de sillas. Todos tienen su lugar asignado y, una vez sentados, comienzan a sacar libros y libretas de la cartera. Bolígrafos y lápices nunca faltan y trabajo por hacer tampoco. Si aquella tarde no tienen deberes, los educadores sociales de Glamparetes les dan fichas de repaso: matemáticas, inglés o comprensión lectora. Siempre va bien repasar conceptos básicos.
Sortear las olas
Después de media hora, los nervios empiezan a aflorar y las ganas para ir al agua cada vez son mayores. Los niños empiezan a recoger los libros que habían esparcido por la mesa. Con todo recogido, ya pueden ir a cambiarse para comenzar la actividad. El monitor del Club Pati de Vela ya los está esperando con el neopreno puesto y las tablas de surf a punto. Los niños y niñas entran corriendo a ponerse su traje de baño.
Al cabo de cinco minutos, salen los más rápidos, que no tardan en ayudar al monitor con el carro de tablas de surf. Cuando todos están listos, inician el camino hacia la playa. No tienen que caminar mucho, pero las ganas por entrar al mar y pasarlo bien son inmensas. Con los pies mojados, cogen un remo cada uno y una tabla de surf que tiran al agua. Suben dos a cada tabla, de esta manera trabajan juntos y se ayudan si a uno de ellos le cuesta. Como no es la primera vez que hacen la actividad, ya tienen claro cuáles son los pasos a seguir. Se sientan en las tablas de surf y, una vez consiguen la estabilidad adecuada, se ponen de pie y con mucho ímpetu empiezan a remar. Algunas olas hacen caer a algunos de ellos, que quedan empapados, pero tienen asumido que, si caen, deben volver a levantarse. Y así lo hacen.
Durante la hora que perdura la actividad de Paddle Surf, los niños que participan se despreocupan de las dificultades familiares que sufren en su día a día. Es un momento para ellos, un momento de diversión, de reto personal, de socialización, que finaliza con una satisfacción enorme por haber conseguido lo que pensaban que nunca harían: sortear las olas y mantenerse en pie sin caer. Una buena lección que aplican también en su día a día.
El último día de curso, los monitores del club Pati de Vela tenían una sorpresa preparada por los niños y niñas de Glamparetes. Los pequeños disfrutaron de un día fantástico montados en una banana acuática que estaba conducida por una lancha motora. ¡Esperamos que hayan disfrutado de la experiencia y que puedan repetirla el año que viene!