“La mujer sin red, con hijos y pocos recursos es la que más sufre situaciones de pobreza crónica, es decir, que ha tenido que pedir ayuda durante 4 años o más”. Con estas declaraciones, Salvador Busquets, director de Cáritas Diocesana de Barcelona, ilustraba la situación de las familias monoparentales que recurren a la entidad al verse inmersas en situaciones de pobreza. Y lo hacía en el marco de la presentación de lo informe “Crisis, género y pobreza”, presentado recientemente por las Entidades Catalanas de Acción Social (ECAS).
Por otro lado, el director de Cáritas Diocesana de Barcelona ha subrayado que “las mujeres siguen siendo el rostro más visible de la crisis” y ha explicado que el número de las que tienen hijos e hijas a su cargo y que se responsabilizan de su crianza sin ningún apoyo ha aumentado en los últimos seis años, “pasando de 1.200 el 2009 a 2.060 el 2014”.
Busquets también ha puesto sobre la mesa otro dato demoledor: “De las 8.200 personas que participan en los proyectos de inserción laboral de Cáritas Diocesana de Barcelona, un 42% son mujeres”. Estas estadísticas vienen a ilustrar la precariedad laboral que sufren las mujeres, situación que pone en evidencia la discriminación por género en este ámbito. En este sentido, el informe pone de manifiesto que se ha incrementado la brecha salarial en el mercado laboral –de un 18,5% el 2009 a un 19,8% el 2011, tendencia inversa a la del conjunto de la Unión Europea. También constata que la precarización, si bien es generalizada, castiga especialmente a las mujeres: en un 23,8% tienen jornadas parciales, ante el 7,9% de los hombres.