En la diócesis de Barcelona, la exclusión social afecta a casi el 17 % de la población, algo más de 450.000 personas.

Harold, Erika y Alonso son una de las diez familias que asisten semanalmente al espacio de crianza de Glamparetes, un proyecto de Cáritas y Suara que acompaña a familias con niños a cargo. Procedentes de Venezuela, llegaron a Barcelona con el objetivo de mejorar su situación, pero sobre todo de garantizar un buen futuro para su hijo. «La mayoría de las familias que participan en este espacio llevan poco tiempo en Barcelona. Muchas comparten piso o viven en una habitación, y aquí les ofrecemos un espacio donde los más pequeños pueden jugar y desarrollarse», explica Alba Panyella, educadora del proyecto. Los últimos datos del informe FOESSA de la diócesis de Barcelona confirman que uno de cada cuatro menores de edad de la diócesis se encuentra en situación de exclusión social, y que las personas migrantes presentan tasas de exclusión social 2,4 veces superiores, ya que tienen más dificultades a la hora de encontrar trabajo, vivienda o disponer de una red familiar o de amistades que pueda ayudarles.
«Más allá del aprendizaje, las rutinas y los límites, también enseñamos las tradiciones de nuestra casa, fomentando que se establezca una relación entre las familias que participan en el espacio de crianza», detalla Alba.

En el caso de Harold y Erika, no han encontrado plaza en la guardería para Alonso, y tampoco pueden asumir el coste de una privada. En el núcleo familiar, actualmente solo trabaja Erika, que tiene un empleo a media jornada en una tienda de bisutería. «El trabajo es intermitente, así que los ingresos varían en función de los días que trabajo. Todo lo que gano va destinado a pagar la vivienda», admite. Como Erika, más de la mitad de las personas en situación de exclusión social viven en hogares encabezados por alguien que trabaja, pero que, lamentablemente, no llegan a final de mes.
Durante los últimos meses han estado buscando habitaciones, pero al tener un hijo se les han cerrado muchas puertas y, de momento, residen en un apartamento de alquiler turístico, hasta que puedan encontrar una alternativa más económica y estable. Como ellos, una de cada cuatro personas de la diócesis de Barcelona sufre dificultades relacionadas con la vivienda: 225.000 hogares y más de 730.000 personas. Además, las dificultades y carencias relacionadas con la vivienda se multiplican por tres cuando hay menores de edad.

Preguntados sobre su participación en el espacio de crianza, valoran mucho la posibilidad de asistir. «El hecho de participar te ayuda a conocer a otras familias, a entender que no somos los únicos que estamos pasando por una situación complicada, a relativizar las cosas. Además, Alba y Àlex (referentes del proyecto) son excelentes», explica Harold, quien es quien se hace cargo del niño durante más horas.
Sobre cómo afrontan 2026, la familia desea que el nuevo año les traiga prosperidad, bienestar y mejora. «Nos dicen que sobrevivamos, que sigamos adelante. Cada día damos gracias a Dios, porque sabemos que todo irá a mejor, y estamos aprovechando todos los recursos que Cáritas nos ofrece. Las entidades sociales están para ayudar, y Cáritas cumple con creces esta función», afirman con esperanza.

