Familia e infancia / 12/03/2019

“La violencia machista debe pasar del tema privado al ámbito público”

Publicado por: Itziar Bravo

Mónica Augé, directora del centro SARA del Ayuntamiento de Barcelona, admite que el primer paso hacia la violencia machista es romper con el círculo de silencio y control e informarse de lo que significa tomar decisiones

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Cinco mujeres esperan sentadas a ser llamadas. A la entrada tres maletas están a la espera de un destino incierto. Diferentes profesionales llaman a las mujeres: se conocen e, incluso, se aprecian. Se dan dos besos, se preguntan como están y se van juntas. Llega mi turno. Subo unas escaleras y me encuentro con Mónica Augé, la directora. Estoy en el centro SARA (Servicio de Atención, Recuperación y Acogida), el servicio social especializado en violencia machista del Ayuntamiento de Barcelona. Gestionan el dispositivo de acogida residencial de violencia machista y hacen también atención ambulatoria, tanto de manera individual como en grupos. La atención es integral y se atiende a las mujeres víctimas de violencia y sus hijos.

Mónica, ¿qué es la violencia machista exactamente?

Es violencia que se ejerce desde una posición de poder para controlar a nivel emocional o físico a una persona. Normalmente, se ejerce de un hombre a una mujer pero no tiene por qué. El objetivo es anular o tener el control de esa persona y se puede dar en numerosos entornos: escuela, compañeros de trabajo, familia, pareja, compañeros de pisos… Puede ser a través de la fuerza física o de la violencia psicológica, que es más sutil. En este segundo caso, mucha gente cree que es amor romántico: “me quiere tanto que cuando voy con las amigas me pregunta con quién voy”, “me dice tonta y al final me lo creo”, “cuando estoy en el trabajo me llama muchísimas veces”… No es que te quiera, es que te quiere controlar. Esto es violencia.

También es violencia machista la violencia sexual, la violencia hacia los niños para tener el control de la madre y la violencia a nivel comunitario (agresiones sexuales, mutilaciones femeninas, matrimonios forzados, bullying por razón de género…).

¿Cómo detecta la persona que sufre violencia?

A veces la palabra ‘maltrato’ tiene una connotación muy fuerte. Pero si la desgranamos es decir “no me tratan bien” y, por tanto, estoy “mal tratada”. Se debe hacer el ejercicio de preguntarse: ¿yo me siento bien tratada? ¿Siento que puedo hacer un crecimiento personal? ¿O siento que tengo que dejar de ser yo? Al final, la violencia física se detecta fácilmente pero detrás seguro que ya ha habido mucha violencia psicológica: no te deja hablar, no da valor a lo que piensas o se ríe de ti… Analiza qué no te hace sentir bien.

Una de las primeras cosas que busca el maltratador es aislarte socialmente y que dependas emocionalmente de él, es decir, que no muevas un paso sin consultarle o sin tener su aprobación. Al final, se trata de evitar que lo que pase en casa se quede dentro de casa. Por tanto, el primer paso es romper con el círculo de silencio y control.

En caso de que una mujer se sienta así, ¿qué debe hacer?

Es muy difícil que el primer día se quiera romper con la relación. Y esto lo tenemos que entender porque es un proceso, porque estás vinculada a esa persona. La primera decisión es informarte de lo que significa tomar decisiones. Si no tienes la información de qué conlleva todo esto, no lo harás. Desde el centro SARA, podemos informar, orientar y asesorar pero la decisión la debe tomar la persona ya que el camino es largo.

En cuanto al proceso judicial es una opción pero no una obligación. En el ámbito jurídico, queda pendiente todo un tema penal y de judicatura: cómo acompaña las mujeres, qué validez tiene su discurso, cómo hacer el seguimiento de los agresores para que dejen vivir a las víctimas… Pero esto es muy complicado. Desde los servicios sociales, damos seguridad a las personas que viven violencia machista y cuando no se garantiza esta seguridad en su domicilio, las derivamos a casas de acogida.

Y en el caso de los niños, ¿cómo les afecta en su vida diaria?

La parte importante es que cuando salen del domicilio dejan de vivir violencia machista. Nuestra tarea es explorar cómo lo han vivido, cuál ha sido el trauma, qué necesitan y cómo les ha afectado en el vínculo el hecho de vivir violencia machista.

¿Qué hacer si se ve o se escucha una situación de violencia machista?

Ensenyament y Salut ya tienen una línea de detección de estos casos. En el caso de particulares, puedes llamar a los Mossos. Ahora se pueden hacer avisos de manera anónima para no ser interpelado. Si una mujer ve que algún vecino la apoya, ya no está sola. Todo lo que es violencia machista tiene que pasar del tema privado al ámbito público.

¿Cuál es el proceso que se hace con esa persona una vez llega al SARA?

Puede venir de urgencias o pedir hora. En estas sesiones, la persona explica qué está viviendo y se va planteando qué tipo de violencia sufre, qué opciones tiene, qué le gustaría hacer y si quiere iniciar el proceso. También contamos con abogadas, psicólogos de mujer para hacer un proceso terapéutico, insertores laborales para búsqueda de trabajo y, en caso de que tengan hijos, hay educadores sociales que trabajan con los niños. Somos un equipo multidisciplinar y, dependiendo del caso, se ponen en marcha unos profesionales u otros.

Y con el agresor, ¿qué pasa?

Tenemos el Programa de Atención a Hombres (SAH), que es un servicio voluntario donde pueden ir para trabajar el tema de la paternidad o la violencia machista. Cada vez hay más hombres que se dan cuenta de que su comportamiento hace que la gente se aleje de ellos y la masculinidad les pesa. Eso sí, hay que ir de manera voluntaria: deben querer hacer un proceso de identificación o de cambio.

¿Es posible recuperarse de este tipo de violencia?

Para la mujer, por supuesto que sí. Los niños se recuperan aunque algunos tienen trastornos psiquiátricos. Con los niños, sobre todo, se intenta que no perpetúen los comportamientos que han vivido. Deben entender que su padre siempre será su padre pero deben trabajar desde qué visión lo pueden ver, acompañarlos en esta relación con su padre y en el aprendizaje de los roles. Al final el proceso de recuperación puede tardar años pero lo acaban consiguiendo.

En Cataluña un 53,1% de las mujeres ha sufrido violencia machista. ¿Cómo se puede prevenir?

Con educación, principalmente. ¿Cómo puede ser que la mitad de escuelas continúen teniendo el espacio de juego dedicado a los niños y al fútbol? Con esto decimos que el espacio público es masculino y el espacio privado -pequeño, alrededor, donde nos dejan- van las mujeres. Los patios no deben ser masculinizados. Pero algo tan sencillo como el juego simbólico ya perpetúa el ámbito público y privado. Y es un juego, que ya no entramos en contenido: si una niña juega al fútbol, ¿qué le dicen los mismos iguales? ¿Y si el niño juega con una muñeca?

Todo se previene con educación en valores, pasa por educar en las escuelas pero también en las familias. Porque si ya de pequeños los encorsetamos, perpetuamos los estereotipos. La educación es la base y eso depende de todos y todas.

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Responsable de Sensibilitzación, Socios y Donantes de Cáritas Barcelona

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