Existen comportamientos normalizados socialmente que perpetúan los estereotipos de las mujeres, sobre todo en el ámbito de la exclusión social
Los micromachismos son manifestaciones muy sutiles “de violencia blanda e invisible, de baja intensidad que está muy relacionada con la lógica patriarcal de la sociedad donde vivimos”. Esta es la definición que da Cáritas Española para este concepto y donde se detalla que son “altamente peligrosos” porque dañan invisiblemente a la mujer y a todas aquellas personas que no están dentro de los estereotipos sociales marcados.
¿Pero cuáles son estas prácticas legitimadas por el entorno social? Desvelamos cinco casos que podemos encontrar en situaciones de pobreza que son considerados micromachismos:
- Las mujeres son quienes piden ayuda: van a servicios sociales, escriben a entidades sociales… Si la familia está pasando por una mala situación, es la mujer quien se mueve y busca las ayudas necesarias para salir adelante. Según Mónica Augé, directora del centro SARA del Ayuntamiento de Barcelona, ”generalmente, los hombres van a servicios sociales cuando tienen que buscar trabajo y piden por ellos, no por la familia, mientras que las mujeres siempre buscan ayuda para todos los miembros del núcleo familiar”.
- Dedicar el doble de tiempo a las tareas del hogar: Según un estudio de Sigma Dos, uno de cada tres hombres abandona las tareas del hogar cuando deja de vivir solo (36,5%). De hecho, las mujeres dedican 26,5 horas a la semana al cuidado de los hijos o familiares, tareas domésticas y colaboraciones sin sueldo en ONG, hacia las 14 horas de ellos.
- Las mujeres tratan de incorporarse al mercado laboral para compensar la pérdida de empleo de los hombres de su familia: Con la crisis, muchos hombres perdieron trabajos bien remunerados y pasaron al paro. En estos casos, los hombres tendían a buscar trabajos similares a aquellas que perdieron y similares a su experiencia laboral previa. Es entonces cuando la mujer se ve obligada a incorporarse al mercado laboral cogiendo trabajos en cualquier tipo de condiciones.
- Hacer un contrato parcial a una mujer: Un 73% de los contratos temporales recaen en mujeres según la Encuesta de Población Activa. Trabajar a tiempo parcial supone menos ingresos, menos posibilidades de ascender a cargos de responsabilidad y menos cotización para la jubilación. Aunque las mujeres, en promedio, tienen más formación que los hombres, esto no les sirve para tener una tasa de ocupación más elevada ni para conseguir más estabilidad laboral.
- No remunerar a las mujeres según el sueldo que le corresponde: La brecha salarial entre hombres y mujeres en Cataluña es de 6.568 € según el IDESCAT. La remuneración media de toda la población femenina, incluyendo todos los tipos de trabajo, equivale, aproximadamente, al sueldo medio de los hombres con los trabajos menos cualificados.
Cambiar y modificar estas situaciones es responsabilidad de todos. La educación y la sensibilización son clave en el camino para la igualdad.