Quedamos con Judit Vilaclara en el barrio del Clot, hace sol y ella tiene su propia luz. Nos hemos citado en uno de esos bares que dan identidad a la ciudad. Nos sentamos en una mesa que seguro ha escuchado muchas historias, y nos preparamos para escuchar la del Chanut, un esplai que se ubica en el barrio de Sant Roc de Badalona.
En pocos minutos entendemos que el Chanut, apellido de un jesuita que murió en la montaña, es más que un esplai: es multicultural, familiar, especial, y te hace descubrir cosas nuevas, como la relación especial entre monitores y niños.
Y es que el barrio de Sant Roc no es sencillo, la mezcla de culturas y tradiciones, de etnia gitana, de Pakistán o de otras realidades geográficas lo hacen un terreno sensible, donde el esplai ha conseguido hitos que van más allá del disfrute de los niños.
Es un esplai pequeño pero cálido, con 120 niños y niñas inscritos de los cuales unos 70 asisten regularmente. Para los niños, el esplai, las colonias y los monitores son determinantes para su desarrollo vital.
El Chanut cuenta con una responsable como Judit, con sensibilidad para tratar a los niños y niñas en situaciones difíciles y que hace pedagogía sobre la realidad del barrio. Ella dice que el esplai le ha hecho ser como es, que le ha hecho ser maestra. Lleva siete años como responsable del esplai y ahora se va: el trabajo realizado ha sido ingente y necesitará mucho tiempo para digerirlo, pero cree que ahora hay que dar voz a monitores que puedan asumir el reto de acoger a los niños de Sant Roc.
He aquí la historia de una joven que dice no cambiar para nada el esplai Chanut, pues le ha dado todo.
A continuación, transcribimos la entrevista completa con Judit.
• ¿Cómo definirías el esplai Chanut?
Lo definiría como un esplai con muchas culturas, familiar y diferente. La relación que se establece entre los niños y los monitores es mágica, y la situación geográfica del esplai no tiene nada que ver con la realidad social que vivimos muchos de los monitores que participamos. Casi todos los monitores siguen el mismo camino: llegan con muchas ganas de ayudar al Cuarto mundo de Sant Roc, pero al encontrarse con la realidad del barrio se dan cuenta que antes de ayudar hay que aprender muchas cosas.
• ¿Cuántos niños y niñas asisten y qué actividades realizáis?
Los sábados son unos 70 niños, pero inscritos hay 120. Hay que tener en cuenta que los niños y niñas son poco regulares a la hora de asistir al Chanut. Sin embargo, durante los últimos años ha mejorado mucho la asistencia y el compromiso por parte de los niños y las familias. Por edades contamos con niños y niñas de cinco años hasta jóvenes de diecisiete años. Nos centramos más en la infancia, pues el grupo de jóvenes lo suelen formar unos pocos miembros. Hay que tener en cuenta que somos diecisiete monitores, un administrador, una secretaría y un animador de la fe. Todos somos voluntarios y hacemos lo imposible para llegar a todo.
A nivel de actividades hacemos el curso de esplai, que se realiza los sábados por la mañana donde se ofrece el desayuno. También se realizan las colonias de Semana Santa, las colonias de verano para los niños y niñas del día uno al once de agosto en Viladrau y campamentos de verano para los adolescentes, además de alguna salida puntual.
• Los niños y adolescentes del esplai provienen de familias con un nivel socioeconómico bajo, con riesgo de marginación social y con problemas de desestructuración familiar. ¿Qué coordinación realizáis con Cáritas Diocesana de Barcelona a la hora de asignar los niños y niñas que participan en el esplai?
De Cáritas Diocesana de Barcelona (a partir de ahora CDB) recibimos asesoramiento. Hacemos reuniones puntuales y nos ofrece formación sobre cómo atender a los niños y niñas del barrio de Sant Roc. Durante las colonias, CDB nos ayuda con las inscripciones y se encarga de hablar con todas las familias y establecer una serie de criterios para que el precio que paguen se adecue a las posibilidades de cada una. También durante el curso, CDB nos deriva a niños y niñas que necesitan un espacio relacional más amplio como el que ofrecemos en el esplai.
• 38 años del esplai Chanut son todo un éxito, ¿cuál es el secreto para que este proyecto continúe atendiendo a niños y jóvenes?
El secreto de su funcionamiento es la red que tiene detrás. Contamos con una Comunidad Cristiana formada por Sant Pere Claver del Clot, Cáritas Diocesana de Barcelona y el Moviment de Centres d’Esplai Cristians Catalans (MCECC). Estas tres entidades son los pilares del esplai. Todas las entidades pasan por relevos, y el esplai cuenta con muchas generaciones de monitores que han pasado durante estos 38 años de historia. Estas tres entidades han velado y velan para que el esplai salga adelante, independientemente de los cambios en el Chanut.
A nivel económico contamos con un convenio anual con CDB que nos permite realizar todo el curso y las colonias de Semana Santa, y del MCECC recibimos unas becas con las que financiamos las colonias de verano. Por parte de la escuela del Clot recibimos donaciones tanto materiales como económicas. Las propias familias que llevan a los niños al esplai también hacen pequeñas aportaciones. Sin esta gran red de colaboradores lo tendríamos más difícil.
La curiosidad del esplai es que ha sido itinerante. Pilar Malla de CDB decía al Jesuita Enric Puig “siempre hacéis colonias para los hijos de personas obreras del barrio del Clot, pero todavía hay niños a los que no llegan estas colonias”. A partir de ese momento Enric Puig decidió hacer llegar las colonias a todos los niños que lo necesitaran coordinándose con Pilar Malla y CDB. Esto hizo que se creara un movimiento de monitores que tenían ganas de ayudar, y CDB establecía los lugares donde más falta hacía el papel del esplai, y de ahí la itinerancia. Hace más de diez años que estamos en el barrio de Sant Roc y aún tenemos trabajo por hacer. La escuela del Estonnac nos cede sus instalaciones para realizar buena parte de las actividades, y eso hace que nos encontremos muy a gusto y muy bien situados.
• ¿Qué valores intentais transmitir a los niños y jóvenes que participan en el esplai?
El primer valor es la convivencia, porque en Sant Roc conviven muchos niños y niñas de etnia gitana y muchos niños y niñas de Pakistán, además de otras culturas. Estas dos culturas principales chocan en ciertos momentos, por lo que hay que transmitir actitudes como son convivir con el vecino desde que son niños, conocer otras culturas, aprender a estar con los demás, etc. Intentamos transmitir y seguir el modelo de Jesús en principios como son la ayuda a los demás, la estima a las personas cercanas y el trabajo y compromiso hacia la sociedad.
• A nivel personal y como responsable del esparcimiento, ¿cuáles son las líneas maestras que querrías que definieran el esparcimiento y qué huella has querido dejar en los niños y adolescentes que han pasado durante estos años?
En septiembre habrá una nueva persona que tomará el relevo como responsable del esplai. Empecé este camino con veinte años y lo dejo con veintisiete. Una de las cosas que he intentado ha sido seguir la tarea que otras personas ya hicieron. Creemos que lo que hacemos es extraordinario y descubrimos que hay personas que antes que nosotros han hecho una tarea esencial. He intentado que este fuera un esplai más, un esplai normal. Debemos saber explicar que los niños del Chanut no son diferentes a los demás. Tienen una situación diferente, eso sí, pero son niños y niñas como todos los demás, y merecen lo mismo.
He intentado transmitir la realidad que vive el barrio al exterior. A veces hacemos grandes campañas de sensibilización para países del tercer mundo, pero la realidad de Sant Roc la tenemos a un trayecto en metro. Al final de este trayecto encontramos personas que viven situaciones muy duras. Hemos visitado casas que no tienen puerta, niños y niñas que no cenan, que no van a la escuela regularmente ya que los padres no lo consideran importante, en definitiva realidades que creemos lejanas pero que están más cerca de lo que pensamos. Transmitir estos valores y conocimientos forma parte de la misión del esplai Chanut, y no sólo es una tarea interna, sino también de cara al exterior para acabar con los prejuicios que rodean el barrio de Sant Roc.
El esplai me ha hecho ser quien soy y como soy. Descubrir realidades muy duras, darles respuesta, compartir esta tarea con otros jóvenes, aprender de muchas culturas diferentes, aprender de la humildad de las familias, del saber salir adelante. Todo esto me lo llevo y lo puedo aplicar a mi vida. El esplai me ha hecho descubrir mi vocación profesional, decidí ser maestra porque estaba en el Chanut. Haces sacrificios para ser monitor, pero en la vida todo es en una balanza donde hay cosas que pesan, pero compensan más que lo que hay al otro lado de la balanza, y eso es lo más importante. No cambiaría por nada mi paso por el Chanut.