El caluroso julio no ha sacado a los niños del Club Tenis Barcino las ganas de jugar al tenis, nadar en la piscina, ir de excursión y disfrutar de jornadas felices alrededor del deporte en un club casi centenario. Y los niños de Cáritas, invitados por el club, los encontramos en las pistas, jugando como cualquier otro niño. Porque, en definitiva, los niños siempre son niños. El club valora por encima de todo los juegos cooperativos que fomentan la integración y los valores humanos. Todos son iguales, todos son niños, y los monitores, jóvenes y con empuje, los hacen trabajar haga sol, haga calor. Después les tocará piscina, donde hoy se refrescarán de los 31º de calor barcelonesa. Después de una buena comida, disfrutarán de alguna actividad más sosegada.
Ya hace algunos años que el Club Tenis Barcino, entidad deportiva fundada en 1928, invita gentilmente a jóvenes de sectores sociales desfavorecidos atendidos por Cáritas Diocesana de Barcelona. Su integración en el campus resulta fácil y gratificante para ambas partes: para el club porque cuenta con recursos tanto materiales como educativos que revierten positivamente en los niños. Y los niños porque tienen acceso a todas las actividades y pueden mostrar sus aptitudes o simplemente disfrutar de unas buen rato en unas buenas instalaciones.
Durante el descanso del entrenamiento de tenis, preguntamos a los niños y niñas qué es lo que más les gusta y lo que no del campus, y gana por goleada que les gustan los monitores. Después de unas horas con ellos es fácil de entender: los monitores son jóvenes y tienen la preparación técnica y, a la vez, predisposición personal para atender a la infancia. El otro tema que los niños y niñas plantean es la comida: seguramente para unos la comida no es una necesidad, mientras que otros dicen “gracias a Dios que tenemos”.
Y como siempre Cáritas Diocesana de Barcelona junto a los niños y niñas que requieren nuestra ayuda, en este caso disfrutando del deporte.