La participación de la ciudadanía en el ciclo alimentario es mínima. Qué comemos, cuándo lo comemos y en qué calidad a menudo son decisiones que no son del todo libres y vienen condicionadas por las condiciones económicas de las personas, dificultando la elección de una alimentación saludable y adecuada.
Bajo el nombre de “Alimentación sostenible, ¿privilegio o derecho?“, se inauguró el pasado lunes el nuevo ciclo de Els Dilluns dels Drets Humans, que ya va por su vigésimo tercera edición. Un espacio para dar a conocer, debatir y reflexionar sobre problemáticas que comportan vulneraciones o dificultades de los derechos humanos en todo el mundo.
La sesión la empezó la Marta Llobet, doctora en sociología e investigadora en el equipo de investigación sobre alimentación en contextos vulnerables de la UB y el Centro de Reserche CREMIS de Montreal. Durante la explicación, alertó que a raíz de la crisis sanitaria y social de la Covid-19 las desigualdades se han disparado. “La inseguridad alimentaria y la privación de alimentos ha aumentado durante la pandemia. En Europa hay un 7% de la población que tiene dificultades para acceder de forma suficiente a los alimentos”.
Llobet explicó cómo las personas que se ven afectadas por la privación de alimentos a causa de su situación económica, sufren un proceso de desempoderamiento. “a menudo se habla del empoderamiento, pero si se entra en una situación de dependencia alimentaria, esto tiene un impacto enorme en la identidad de las personas y su seguridad en ellas mismas“. Este proceso de desempoderamiento, lleva a menudo a un proceso de aislamiento, puesto que se pierde la vertiente social de la alimentación y las relaciones se ven afectadas.
Las comunidades donde la población sufre más privación económica, explica la doctora, se ven muy resentidas, puesto que las pequeñas tiendas que forman parte de la red de comercio local ven como sus ingresos se reducen drásticamente. Esto hace que estos comercios o bien se vean obligados a cerrar o se muevan a otra zona.
Seguidamente, intervino en el debate Mercè Darnell, responsable del programa de Necesidades Básicas de Cáritas Barcelona, que centró su discurso en la dignificación alimentaria y en cómo la entidad trabaja por un cambio de un modelo asistencial a un modelo de autonomía alimentaria de las personas atendidas con la tarjeta monedero #YoComoTu, un proyecto que cambia la donación de alimentos en especie por la cesión de una tarjeta monedero, con la que las personas atendidas pueden comprar los alimentos que necesitan de acuerdo con sus gustos, preferencias, necesidades familiares o culturales.
Darnell insistió en que “la precariedad de la alimentación nos interpela a todos. Durante la pandemia hemos visto como muchas familias o pequeños autónomos que nunca habían pedido ayuda se vieran obligados a pedirla. Nadie está libre de tener una necesidad“. Es por eso que “no se puede abordar el tema de la alimentación de cualquier manera, necesitamos que que las personas que lo necesiten puedan acceder a la obtención de alimentos libres de estigma y de forma digna y adecuada”, explica.
La incorporación de estas tarjetas prepago, también favorece a las comunidades, como comentaba Llobet, y el medioambiente, añade Darnell. “Hay que fomentar la sostenibilidad alimentaria y evitar el derroche de comida, un problema que se tendría que abordar desde muchas vertientes, ofreciendo, por ejemplo, rebajas por aquellos productos más próximos a la fecha de caducidad”.
Finalmente, Mercè remarcó que “Hay que cambiar la mirada hacia el otro y evitar prejuicios, solo cuando integremos el #YoComoTu seremos capaces de pedir un cambio eficiente y colectivo a nivel político”.