El Papa Francisco nos invita a participar en la sexta edición de la Jornada Mundial de los Pobres, bajo el lema “Jesucristo se hizo pobre por vosotros”.
La jornada empezó la tarde del sábado 12 de noviembre, en el Hospital de Campaña, donde se inició una marcha conjunta hasta la iglesia de San Agustín. Durante la procesión, los participantes iban acompañados de una pancarta con el lema “Abrimos caminos de esperanza”.
La iglesia de San Agustín acogió la celebración principal, donde el obispo auxiliar Javier Vilanova fue el encargado de dar la bienvenida, recordando que “Es una jornada que nos invita a la reflexión, a la sensibilización, a preguntarnos por las causas de la desigualdad y la pobreza, pero también a vivir la fraternidad, a acercarnos los unos a los otros, seamos más o menos ricos, seamos más o menos pobres.” También afirmó que el cristiano es aquel que se acerca. “El único momento en el que podemos mirar desde arriba es para levantar y ayudar al que se encuentra debajo.”
El acto unía dos realidades: pobreza y discernimiento. Por este motivo, la celebración continuó con la lectura de la primera parte del Evangelio: Mc 10, 1-21. Maite Valls, psicóloga, psicoterapeuta y religiosa de Jesús Maria, procedió a hacer una breve explicación para comprender mejor qué es el discernimiento. Según expuso, “el discernimiento hace referencia en el arte de conectar y movernos hacia lo que sentimos que Dios nos dice (…) Poder descubrir esta cosa buena que nos dice y decantarnos.”
Seguidamente, personas de cuatro entidades de la diócesis expresaron sus testimonios vinculados a siete valores asociados al discernimiento. Después de explicar su experiencia, encendían una vela y ponían los valores escritos en un mural.
El primer testimonio, ligado a los valores de la espera y la plegaria, lo hicieron Tomaso Pirovano y Ana María Colorado, miembros de la comunidad del Cenacle, comunidad de ámbito internacional, que acoge y acompaña personas que han hecho un camino de recuperación después de haber vivido situaciones de drogodependencia o adicciones. Tomaso afirmó que los 3 pilares que lo habían ayudado fueron la amistad, el trabajo y la oración. “He aprendido a poner mi vida a manos de Dios. El miedo me hizo esclavo, la esperanza me ha hecho libre.”
Los valores de la escucha y acompañamiento fueron representados por el testimonio de Luvin Fernández. Luvin colabora en el proyecto de acogida y acompañamiento que está abierto cada día en la parroquia de Sant Cebrià y que acoge y acompaña personas en situación de sin hogar o familias en dificultades a través del Comedor Social, el ropero, el servicio de duchas, la entrega de alimentos y la escucha. “Queremos escuchar y acompañar las personas con el corazón, ayudarlas a recordar su dignidad, y así nos ayudan a descubrir en ellas el rostro de Jesús.”
Anny Gómez, vinculada al Lloc de la dona, entidad que hace su tarea de acogida y acompañamiento a mujeres del barrio del Raval, expresó su testimonio sobre los valores del deseo profundo y la determinación. “La vida no es solo estar aquí, es también sentirse vivo. Queremos recordar esto a las mujeres que buscan nuestra ayuda.”
Finalmente, fue el turno del testimonio sobre el valor de la confianza. Este valor nos lo expresó Jerry, uno de los jóvenes del proyecto de pisos de acogida de Sant Joan de Déu, acompañado del educador social Jordi Medrano. “Cuando uno confía en el otro, suceden los milagros. La confianza nos hace visibles, importantes, y especiales.”
La celebración finalizó con la lectura de la segunda parte del Evangelio, seguida de unas palabras finales que nos invitaban a reflexionar: “Y yo, ¿qué tengo que hacer? ¿Cómo pienso implicarme para transformar la realidad que me rodea?”
