La palabra acompañar tiene muchos significados implícitos. En el acompañamiento convergen sentimientos, expectativas y vínculos. Para entenderlo mejor, te dejo algunos apuntes cinéfilos sobre qué significa el acompañamiento en Cáritas
Voy fuerte y empezaré por la metodología. Método significa camino con una finalidad precisa: los “cómo” van de la manija de los “por qué” (la finalidad).
El acompañamiento se convierte en el “cómo” de Cáritas. Supone una perspectiva igualitaria entre acompañante y acompañado, centrada en la persona, sus decisiones y capacidades, en sus proyectos, siendo el vínculo profesional la herramienta principal de mejora. Para explicar todo esto, usaré un par de ángeles cinematográficos.
El cielo sobre el área metropolitana
La actual campaña de Cáritas remite a una buena película, El cielo sobre Berlín, donde los ángeles, con abrigo oscuro y bufanda, guían, inspiran y consuelan a las personas sin que éstas sean conscientes. El ángel del anuncio muestra aspectos del acompañamiento: precisa de personas adultas de presencia ligera. Madurez significa autoconocimiento, buena gestión emocional y una cabeza clara. Nuestro ángel, en el anuncio, sereno, de mirada compasiva, comprensivo, deviene presencia constante, presencia que no invade ni estorba. Cuida la distancia óptima de cada momento, a veces cercana y cotidiana -en casa-, otras más distante -esperando detrás de la puerta. Aunque no estará nunca solo, el protagonismo radica en el acompañado, el hombre de mediana edad en paro: él es quien busca, se prepara, es quien pasa nervios, es quien va a la entrevista. Cuando el acompañado consigue trabajo, el ángel desaparece. Y la vida continúa. Y es bonita.
Qué bello es vivir
En esta conocidísima fábula navideña, aparece Clarence, el ángel que complementa nuestra explicación. El hombre necesitado de ayuda, joven, comprometido y generoso, está interpretado por James Stewart. El ángel, grande y de segunda categoría (no ha conseguido las alas). Clarence detiene el suicidio del protagonista haciéndose salvar por él, tirándose al agua: activa los valores y las ganas de ayudar, todas las capacidades positivas. La intervención se basa en la coelaboración, en un vínculo, consciente de los límites de cada uno. Esto hace de Clarence un acompañante entrañable (tiene entrañas, nos llega a la entraña), humilde, y que, literalmente, se moja por el otro. La reacción en el que sufre se obtiene al reconsiderar la propia red (pareja, hijos, familiares, amigos, vecinos), el impacto sobre los otros, que da un sentido vital: la visión de cómo sería todo si el protagonista no hubiera nacido resulta triste, corrupta y fea.
En la recuperación del sentido comunitario se encuentra la salida. Todos juntos se salvan con lo que cada uno ofrece -oración, presencia (la casa llena de gente la noche de Navidad), una colecta con miles de pequeñas donaciones- en uno de los finales más emotivos de la historia del cine, donde incluso todo los inspectores y periodistas que querían hacer carnaza se convierten. (¡Y el ángel gana las alas!).
Finalmente, conviene recordar que la desesperación del protagonista tenía un responsable directo: la codicia y juego sucio del banquero que se lucraba abusivamente con las necesidades básicas de las personas (la vivienda y acceso al crédito, en una película que tiene ¡casi los 75 años de Cáritas!). Acompañar a las personas también es acompañar en derechos, en la dignidad y en la dignificación de cada vida.
Como último apunte, una breve nota sobre el colectivo de ángeles-acompañantes de Cáritas: variado en orígenes, formación, edades y trayectorias, hay muchísimos de género femenino. Todo el mundo está invitado.