Hospitalet, en el barrio de la Florida, fue una de las primeras ciudades catalanas que contó con estos puntos vecinales impulsados por Cáritas, precursores de las actuales escuelas y centros sanitarios
En Europa, los primeros centros sociales se crearon a finales del siglo XIX en Francia y rápidamente se extendieron por varios países. Eran espacios animados por trabajadores sociales con el objetivo de la promoción personal y comunitaria de sus habitantes. También se pretendía implicar a los usuarios en la resolución y gestión directa de sus conflictos. Por lo tanto, ya en aquella época se pretendía “apoderar”, aunque el término no estaba tan de moda como ahora.
En 1957 Cáritas creó por primera vez su Sección Social a escala estatal, dirigida por el cura y sociólogo Rogelio Duocastella, introduciendo una nueva forma de entender la acción social, más allá de la caridad. Entre sus objetivos había aumentar la profesionalización, la creación de un Centro de Estudios de Sociología Aplicada (CESA) y “la construcción de centros sociales, primordialmente en suburbios y otros espacios de aglomeración humana para migración”.
El chabolismo y los movimientos vecinales
Los años sesenta en España fueron los de especial efervescencia de este movimiento. Era la respuesta a la realidad suburbial urbana, traducida en el fenómeno del chabolismo y de barrios con graves deficiencias urbanísticas y sociales. Por otra parte, las limitaciones asociativas impuestas por el franquismo posibilitaron que Cáritas, gracias a su capacidad de generar asociacionismo, se convirtiera en la principal institución impulsora de centros sociales. Son también los años del auge de los movimientos vecinales que se organizaban para hacer frente a la dureza de esta nueva realidad.
Sólo en esa década se crearon unos 200 centros sociales en todo el Estado, no todos creados por Cáritas, sino también por los diferentes patronatos municipales de vivienda. En Catalunya, al final de aquella década funcionaban en la diócesis de Barcelona una treintena de centros sociales adheridos a Cáritas, además de los nueve existentes en Barcelona, que se repartían por los barrios populares del área metropolitana: Badalona, Cornellà, Gavá, L’Hospitalet , Mataró, Sabadell, Sant Adrià, Sant Boi, Santa Coloma y Terrassa.
Servicios para la gente del barrio
Dentro de estos centros sociales se desarrollaron toda una serie de servicios (sanitarios, jurídicos, educativos, culturales, benéficos, asistenciales, laborales, participativos …) y también de actividades (representaciones, charlas, exposiciones, cine, excursiones y colonias, deportivas….). Todo ello se tradujo de forma natural en la creación de guarderías, dispensarios, comedores y cantinas, bibliotecas, cooperativas y mutuas, entre otros. Además, se iniciaron las primeras campañas de concienciación y denuncia que generaron varios problemas y choques entre estos centros y el régimen franquista.
En 1978 el Ministerio de Cultura español cambió la legalidad sobre estos centros y esto impulsó un proceso gradual de conversión de los últimos centros sociales de Cáritas en entidades civiles legalizadas, asociaciones vecinales o centros parroquiales.