Ferran Homar, el voluntario que acerca la diversión a jóvenes y personas mayores
Ferran Homar ha dedicado toda su vida al mundo de la docencia. Poco antes de jubilarse, decidió hacerse voluntario de Cáritas, guiado por una vocación de servicio que, según comenta, viene de su padre: “Él era visitador de enfermos en la parroquia. Desde niños, nos inculcó el valor de la generosidad, de compartir los dones y conocimientos con los demás”.
Actualmente, Ferran participa en dos programas de voluntariado en Cáritas. El primero es en Escuelas con Corazón, donde realiza charlas motivacionales de una forma muy especial: combinando magia y humor. Esta fórmula le permite conectar con los adolescentes, y despertar en ellos el interés por el voluntariado.
El segundo espacio en el que colabora son los tramats de vida, donde las personas mayores que Cáritas acompaña se reúnen una vez a la semana para realizar distintas actividades que ayuden a mitigar su soledad. Allí, Ferran despliega su talento como ventrílocuo, generando momentos de alegría y cercanía. A esta labor se suma su participación en la asociación Mags per a l’Esperança, con la que comparte escenario con otros magos solidarios.
Entre las muchas anécdotas que ha vivido, Ferran recuerda con especial cariño la respuesta de un joven estudiante que asistió a una de sus charlas. Al preguntarles qué es Cáritas, el joven respondió: “Una organización que no espera nada a cambio”. A lo que Ferran replicó: “Tienes razón, no se espera una recompensa monetaria ni un beneficio personal. Pero sabéis lo bonito que es cuando una persona mayor se te acerca y te dice “gracias por este momento, porque me has hecho olvidar todos mis problemas”. Eso no tiene precio. No lo buscas, pero muchas veces lo encuentras. Y te llena, te anima a seguir. Eso vale más que todo el dinero del mundo”.
Para Ferran, el trabajo de Cáritas tiene un valor incalculable: “La labor social que realiza Cáritas es inmensa, y tengo la gran suerte de compartir este voluntariado con muchas personas, especialmente con mi esposa. Hoy puedo decir que no soy un jubilado. Trabajo de voluntario en una organización que merece toda mi confianza y todo mi respeto. Lo que yo aporto es un granito de arena ante esta inmensidad de solidaridad y ayuda que Cáritas ofrece a las personas más vulnerables”.