La tercera sesión del Ciclo de reflexiones en torno al voluntariado bajo el título ‘Vida interior y acción social’, estuvo cargo de Josep Maria Rambla, jesuita, formador y acompañante espiritual, comprometido en comunidades populares y en la acción social contra la marginación.
¿Qué es la interioridad? Según Rambla, la interioridad no se opone a la exterioridad, sino a la superficialidad. No supone vivir alejados de la gente y de la vida. Interioridad es “vivir con totalidad y profundidad nuestra vida; una forma de ser, de hacer y de estar en el mundo”, expuso Rambla. Se trata de llevar una vida sinfónica, coherente en todos los ámbitos. La interioridad también es la calidad de humanizar todas nuestras acciones, la capacidad de escuchar y de ponernos en el lugar del otro. Es la capacidad de descubrir y de valorar la riqueza de las rutinas. Según Rambla, la interioridad se manifiesta cuando “turificamos” nuestra acción, cuando ponemos un tú, cuando vemos a una persona detrás de todo el que hacemos, de todo el que nos llega, “las personas son más importantes que las cosas”, destacó.
La interioridad se manifiesta también cuando se supera el individualismo y se comparte un proyecto común con las personas que nos rodean. “La red es muy importante en el terreno social, compartir una inspiración común da calidad a un trabajo”, apuntó Rambla. La interioridad también se manifiesta cuando se da calidad a las reuniones y se viven como una experiencia humana en la cual entre todos se busca la verdad a través del diálogo. Cuando hay implicación en todo el que se hace, cuando se pone el corazón, y se tiene en cuenta que hay personas que se beneficiarán de nuestra acción. Y, por último, se manifiesta cuando se supera la globalización de la superficialidad y de la indiferencia, cuando se busca el porqué de las cosas que se tratan y se siente compasión y misericordia por el otro, “cuando las injusticias causan algún efecto en la persona”, expuso Rambla.
Según el formador espiritual, la interioridad se tiene que trabajar. Para conseguirla, en primer lugar se tiene que superar la inercia, ya que la interioridad pide activación. Se tiene que saber escuchar y comprender la realidad e ir actuando. Así mismo, se tienen que respetar los márgenes de la tolerancia en acción, prever el tiempo y las cosas que se necesitan para fabricar espacios en los que se pueda actuar con tranquilidad. Por último, se tiene que amar y amar bien, es decir, se tiene que valorar aquello que no es verificable cuantitativamente pero que sí que es real, como por ejemplo una sonrisa. “Amar quiere decir amar aquellas cosas que son reales, amar es sacrificar, dar sin esperar nada a cambio”, señaló Rambla.
En definitiva, tenemos que creer en lo que hacemos, puesto que las cosas que hacemos cada día pueden tener un valor muy importante. También tenemos que potenciar aquello que ya hemos hecho, trabajar para crecer y hacerlo mejor. Y por último, debemos crear archipiélagos de solidaridad, redes de complicidades entre personas e instituciones.