“Tener un piso me ha cambiado la vida. Antes vivíamos con mi madre, mis dos hijas y yo. Estábamos las tres en un espacio muy pequeño y la convivencia no era nada buena”. Este es el testimonio de Eva, que vive en uno de los pisos de la Fundación Fomento de la Vivienda Social (FFHS, por sus siglas en catalán), y que relata como el hecho de haber podido conseguir una vivienda digna donde vivir le ha dibujado, otra vez, la sonrisa en la cara. La Fundación, que acaba de cumplir 25 años y lo ha celebrado con una fiesta al Museo de Historia de Cataluña, ayuda a las personas y familias (priorizando las que tienen niños) que no tienen un lugar digno, estable y adecuado para vivir. Este es el caso de Eva, que después de separarse y de haber perdido el trabajo, recurrió a la entidad para tener un hogar y poder así retomar los proyectos familiares. Eva explica cómo el acompañamiento que recibe por parte de los profesionales de la Fundación ha hecho posible que remonte, que se aliente y que vuelva a recuperar las fuerzas y la fe para encaminarse de nuevo a la vida. “El hecho que haya alguien escuchándote y estando a tu lado permanentemente hace que salgas adelante, que no caigas del todo. Allá donde tú no llegas sabes que siempre hay una mano amiga que te ayuda y te empuja”, explica.
Cerca de 300 personas asistieron a la celebración de la FFHS para conmemorar este aniversario. La FFHS, entidad vinculada a Cáritas Diocesana de Barcelona, tiene actualmente cerca de 400 pisos de alquiler social (adaptados a la economía de cada persona) para que las familias que viven situaciones de pobreza puedan ir a vivir y rehacer así sus proyectos vitales. Y es que la vivienda es clave para que una persona pueda tener una vida plena y digna.
En los últimos años, las tasas de exclusión social se han incrementado de forma dramática. En el año 2014, el 20.9% de la población de Cataluña tenía una renta inferior al 60% de la media de nuestro país, y el 11.7% no llega ni al 40%. Además, el empobrecimiento generalizado de las familias ha tocado de pleno a los niños y a los jóvenes: un 28.8% de los menores de 16 años residentes en Cataluña sufren los efectos devastadores de la crisis.
Con esta situación social, la precariedad en la vivienda se ha convertido en una de las primeras lacras de nuestra sociedad.