La vejez se ha convertido en un tema tabú pero todos llegaremos a esa etapa de la vida. Por eso tenemos que velar por las personas mayores y acompañarlas en su fragilidad
Si preguntamos a nuestro entorno, a todo el mundo le gustaría llegar a mayor con salud y estimación. A lo largo de la vida todos vamos llenando una mochila llena de vivencias, algunas buenas, otras no tan buenas y algunas malas, pero todas ellas nos han ido forjando como personas y nos han hecho lo que somos, personas únicas con una larga experiencia de vida y capaces de aportar aún muchas cosas a la sociedad.
Pero a la mayoría de personas no les gusta hablar de la vejez. Pensamos que cuando llegue ya lo veremos, ya nos lo encontraremos. Todas las generaciones lo han superado, dicen… Sin embargo, en los últimos años, con los avances de la medicina, el control de la alimentación, las facilidades de la vida diaria con muchos aparatos domésticos, las mejores condiciones higiénicas y de otros factores están alargando la esperanza de vida… y se alargará mucho más según las previsiones de los demógrafos. Hace unos años (no mucho, ¡en 1966!) la esperanza de vida en el momento de la jubilación (65 años) era de 6 años (71 años) y actualmente ya estamos a 21 años (86), y va en aumento. Un cambio trascendental. Ante este hecho, está claro que hay que prepararse para este periodo de la vida. Un periodo que si la salud, la economía y la red familiar y social nos acompaña puede ser muy rico y gratificante.
Hacia una sociedad más humana
La vida se alarga, pero nuestra sociedad de hoy está llena de contradicciones y nuevos retos. Actualmente nos encontramos ante una sociedad global con un gran movimiento de personas en todo el mundo, nuevas estructuras familiares, lejos de las familias extensas que vivían todas bajo el mismo techo o de las familias nucleares que vivían cerca de los padres y se ayudaban las unas a las otras. No sabemos hacia qué sociedad vamos, pero si observamos los países dedos más desarrollados, nos asusta la magnitud que está tomando la soledad (no deseada) de las personas, y deben avergonzarnos las noticias que llegan de personas que han muerto solas en casa y no las encuentran hasta al cabo de unos días o meses. Deberíamos cambiar esta sociedad, debemos velar por nuestro entorno más cercano, por los vecinos, por el barrio, por la comunidad parroquial. Debemos tener los ojos bien abiertos ante lo que pasa a nuestro alrededor, hablar, interesarnos por las personas mayores que tal vez tienen la familia lejos o ya están solas. De esta manera haremos una sociedad más humana y amable.
Por otra parte, la persona mayor y/o falta de salud puede encontrarse frágil, sola y desprotegida en una sociedad donde todo el mundo va con prisa, donde lo más valorado es la juventud, la belleza y donde las personas mayores no siempre reciben el buen trato del que son merecedoras por parte de su familia y de la sociedad. No es extraño encontrar abusos económicos, desatención, edadismo disfrazado de atención: seamos conscientes y luchemos contra ello.
¿Qué pedimos para la gente mayor?
En Cáritas Diocesana de Barcelona, las personas mayores que atendemos presentan todas una situación económica precaria, la mayoría cobran la Pensión No Contributiva (538 euros) o incluso hay personas que no tienen ingresos. La mayoría tienen muy poca o nula red social y/o familiar, problemas de vivienda o salud precaria. Estas características, sumadas a las anteriores, hace que vivir la etapa de la vejez con plenitud no siempre sea fácil y por eso desde Cáritas, entendiendo como tal las comunidades parroquiales, los voluntarios y las personas remuneradas- queremos acoger a las personas más vulnerables, darles voz. Queremos sensibilizar a la sociedad y queremos denunciar situaciones injustas.
No queremos terminar sin reivindicar un mayor despliegue de la Ley de la Dependencia, que se ha quedado corta en muchos aspectos. Y en concreto hay una mirada más amplia en la valoración del grado de dependencia en aquellas personas con una grave vulnerabilidad socioeconómica. Y hay que incluir en la cartera de servicios públicos los pisos compartidos o aumentar las viviendas con servicios para aquellas personas vulnerables con situaciones de falta de vivienda. Los retos de la vejez son muchos y desde Cáritas llevamos a cabo una acción decisiva en la atención a los colectivos más vulnerables. Pero es necesaria también una cobertura legal y económica desde el sector público ante estos retos, quizás uno de los más decisivos de nuestra sociedad y aún más del futuro.
Y tú, ¿nos ayudas a conseguirlo?